domingo, 22 de marzo de 2015

La unción



Lucas 8: 4 – 15

“Juntándose una gran multitud, y los que de cada ciudad venían a él, les dijo por parábola: El sembrador salió a sembrar su semilla; y mientras sembraba, una parte cayó junto al camino, y fue hollada, y las aves del cielo la comieron.  Otra parte cayó sobre la piedra; y nacida, se secó, porque no tenía humedad.  Otra parte cayó entre espinos, y los espinos que nacieron juntamente con ella, la ahogaron. Y otra parte cayó en buena tierra, y nació y llevó fruto a ciento por uno. Hablando estas cosas, decía a gran voz: El que tiene oídos para oír, oiga. Y sus discípulos le preguntaron, diciendo: ¿Qué significa esta parábola? Y él dijo: A vosotros os es dado conocer los misterios del reino de Dios; pero a los otros por parábolas, para que viendo no vean, y oyendo no entiendan. Esta es, pues, la parábola: La semilla es la palabra de Dios. Y los de junto al camino son los que oyen, y luego viene el diablo y quita de su corazón la palabra, para que no crean y se salven.  Los de sobre la piedra son los que habiendo oído, reciben la palabra con gozo; pero éstos no tienen raíces; creen por algún tiempo, y en el tiempo de la prueba se apartan.  La que cayó entre espinos, éstos son los que oyen, pero yéndose, son ahogados por los afanes y las riquezas y los placeres de la vida, y no llevan fruto. Mas la que cayó en buena tierra, éstos son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y dan fruto con perseverancia”.

Acá nos dice muy claro el Señor que a sus discípulos les enseñaba los misterios del Reino de Dios, pero a los demás les enseñaba por parábolas. 

El sembrador es Jesucristo y la semilla es la palabra de Dios, esa semilla cae junto al camino y cuando salimos de aquí es palabra es quitada del corazón de alguno. La recibe en el momento y luego se le olvida de lo que Dios puso en su corazón. Los que fueron sembrados en pedregales creen por un corto tiempo, pero cuando vienen las pruebas, se olvidan. Reciben con gozo la palabra se emocionan por un momento, pero luego se olvidan de ella. 

La que cayó en espinos son los que reciben la palabra, pero no la retienen, porque los placeres del mundo secan la palabra, los sueños y los anhelos por el mundo hacen morir la palabra.

Pero otra cayó en buena tierra, son lo rectos y puros que retienen la palabra y le creen al Señor. Esos dan fruto con perseverancia.

¿Qué tipo de tierra somos nosotros? La palabra en esta mañana se llama la unción, pero  ¿por qué si se llama la Unción empieza con Lucas 8?, porque muchas veces Dios trae su palabra y nosotros cerramos nuestro corazón. La palabra es pues la Unción y  está basada en:

II Reyes 25: 1 – 12

“Aconteció que cuando quiso Jehová alzar a Elías en un torbellino al cielo, Elías venía con Eliseo de Gilgal. Y dijo Elías a Eliseo: Quédate ahora aquí, porque Jehová me ha enviado a Bet-el. Y Eliseo dijo: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré. Descendieron, pues, a Bet-el. Y saliendo a Eliseo los hijos de los profetas que estaban en Bet-el, le dijeron: ¿Sabes que Jehová te quitará hoy a tu señor de sobre ti? Y él dijo: Sí, yo lo sé; callad. Y Elías le volvió a decir: Eliseo, quédate aquí ahora, porque Jehová me ha enviado a Jericó. Y él dijo: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré. Vinieron, pues, a Jericó. Y se acercaron a Eliseo los hijos de los profetas que estaban en Jericó, y le dijeron: ¿Sabes que Jehová te quitará hoy a tu señor de sobre ti? El respondió: Sí, yo lo sé; callad.  Y Elías le dijo: Te ruego que te quedes aquí, porque Jehová me ha enviado al Jordán. Y él dijo: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré. Fueron, pues, ambos. Y vinieron cincuenta varones de los hijos de los profetas, y se pararon delante a lo lejos; y ellos dos se pararon junto al Jordán.  Tomando entonces Elías su manto, lo dobló, y golpeó las aguas, las cuales se apartaron a uno y a otro lado, y pasaron ambos por lo seco. Cuando habían pasado, Elías dijo a Eliseo: Pide lo que quieras que haga por ti, antes que yo sea quitado de ti. Y dijo Eliseo: Te ruego que una doble porción de tu espíritu sea sobre mí. Él le dijo: Cosa difícil has pedido. Si me vieres cuando fuere quitado de ti, te será hecho así; mas si no, no. Y aconteció que yendo ellos y hablando, he aquí un carro de fuego con caballos de fuego apartó a los dos; y Elías subió al cielo en un torbellino.  Viéndolo Eliseo, clamaba: ¡Padre mío, padre mío, carro de Israel y su gente de a caballo! Y nunca más le vio; y tomando sus vestidos, los rompió en dos partes”.

Miramos el compromiso que necesita una persona para ganar la unción, para ganar el favor de Dios. 

Cada  lugar por el que paseó Elías a Eliseo tiene un significado: Gilgal significa consagración, Betel significa lugar de oración, Jericó significa lugar de las palmeras, de victoria, Jordán significa humillación, rendición total, al final Elías fue a parar al cielo que significa la exaltación, esa es la meta.

Cuando nos consagramos a  Dios, nos humillamos y nos rendimos ante él.  Jericó lugar de palmeras, hay victoria en nuestras vidas, hay victoria cuando nos rendimos totalmente ante él.  Hay victoria en todo lo que hacemos.

Dice romanos 8 que el que siembra las cosas de la carne, de la carne segará. El que siembra las cosas del espíritu, del espíritu cosechará. 

Muchas veces la carne quiere muchas cosas, nuestra voluntad, nuestros sueños, nuestros anhelos, muchas cosas quiere la carne, pero cuando la unción de Dios está sobre nuestras vidas, él nos ha apartado y ha hecho cambios en nuestro corazón.

Muchos pedimos la voluntad de Dios y andamos en nuestros propios consejos, en nuestra propia soberbia, en nuestros propios sueños.

La unción es la presencia de Dios. Dios dice que somos la sal del  mundo, cuando no hay sal los alimentos no saben bueno. Los enfermos que comen sin sal, no es que les sepa bueno, sino que se acostumbran a comer así, muchos se acostumbran a la religiosidad y no viven en la novedad el Espíritu Santo de Dios. Es la unción la que marca la diferencia en nuestras vidas.

Dice la palabra que Eliseo creyó, perseveró y no desmayó.

La unción hace cambios y transformaciones en la vida de cada hombre.

I Samuel 10: 6 – 7

“Entonces el Espíritu de Jehová vendrá sobre ti con poder, y profetizarás con ellos, y serás mudado en otro hombre. Y cuando te hayan sucedido estas señales, haz lo que te viniere a la mano, porque Dios está contigo”.

Hay bendición, hay victoria en esa vida, cuando la presencia de Dios entra a una vida hay bendición y hay gloria. La unción es la que trae convicción.

Cuando Jesucristo llegó a nuestras vidas, Dios transformó nuestro corazón y fuimos mudados en otro hombre. La unción trae salvación a nuestras vidas. Esto está en:

Hechos 16: 25 – 34

Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían. Entonces sobrevino de repente un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel se sacudían; y al instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos se soltaron. Despertando el carcelero, y viendo abiertas las puertas de la cárcel, sacó la espada y se iba a matar, pensando que los presos habían huido. Mas Pablo clamó a gran voz, diciendo: No te hagas ningún mal, pues todos estamos aquí. El entonces, pidiendo luz, se precipitó adentro, y temblando, se postró a los pies de Pablo y de Silas; y sacándolos, les dijo: Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa. Y le hablaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa. Y él, tomándolos en aquella misma hora de la noche, les lavó las heridas; y en seguida se bautizó él con todos los suyos. Y llevándolos a su casa, les puso la mesa; y se regocijó con toda su casa de haber creído a Dios”.

Pablo Y Silas estaban en la cárcel y levantaron una alabanza excelsa a Dios, tocaron el corazón de Dios y la gloria de Dios descendió a ese lugar trayendo salvación al carcelero y a toda su casa.

La palabra de Dios dice que nosotros tenemos la Unción del Santo y que la unción misma nos enseñará todas las cosas. Por eso qué seminario ni que cursos vamos a tener si aquí está la palabra de Dios, para enseñar a nuestra vidas.

Con qué denuedo podían hablar los discípulos si no era por la unción del Espíritu Santo. Las personas reconocían que eran gentes sin letras, que eran despreciados por el mundo que no tenían estudio. Pero reconocían que al hablar con ese poder y esa autoridad era porque habían estado con Jesucristo.

¿Tenemos nosotros ese nivel de comunión con el Señor? ¿Anhelamos la presencia de Dios en nuestros hogares? La unción de Dios trae sanidad.

Es la presencia de Dios que nosotros debemos anhelar en este lugar. No es una palabra más, una predicación más, es la presencia de Dios en este lugar. Si nos reunimos en el nombre de Jesucristo clamando por la misma cosa, Dios nos lo concederá. Queremos clamar por el avivamiento, por la unción, ´por su presencia.

I Samuel 16: 14 – 16

“El Espíritu de Jehová se apartó de Saúl, y le atormentaba un espíritu malo de parte de Jehová. Y los criados de Saúl le dijeron: He aquí ahora, un espíritu malo de parte de Dios te atormenta.  Diga, pues, nuestro señor a tus siervos que están delante de ti, que busquen a alguno que sepa tocar el arpa, para que cuando esté sobre ti el espíritu malo de parte de Dios, él toque con su mano, y tengas alivio. Y Saúl respondió a sus criados: Buscadme, pues, ahora alguno que toque bien, y traédmelo. Entonces uno de los criados respondió diciendo: He aquí yo he visto a un hijo de Isaí de Belén, que sabe tocar, y es valiente y vigoroso y hombre de guerra, prudente en sus palabras, y hermoso, y Jehová está con él.  Y Saúl envió mensajeros a Isaí, diciendo: Envíame a David tu hijo, el que está con las ovejas. Y tomó Isaí un asno cargado de pan, una vasija de vino y un cabrito, y lo envió a Saúl por medio de David su hijo. Y viniendo David a Saúl, estuvo delante de él; y él le amó mucho, y le hizo su paje de armas. Y Saúl envió a decir a Isaí: Yo te ruego que esté David conmigo, pues ha hallado gracia en mis ojos. Y cuando el espíritu malo de parte de Dios venía sobre Saúl, David tomaba el arpa y tocaba con su mano; y Saúl tenía alivio y estaba mejor, y el espíritu malo se apartaba de él”.

Que tristeza que Saúl después de haber sido ungido por Dios, un espíritu malo lo atormentaba.

David sabía tocar el corazón de Dios y cuando David adoraba a Dios Saúl tenía descanso. Los demonios tienen que huir cuando la presencia de Dios está en una vida.

Dice la palabra de Dios que Jesús siempre estaba sanando y haciendo bienes y para eso es la unción, no para ser protagonistas.

La unción trae gracia delante de Dios y de los hombres. La gracia de Dios es la que marca la diferencia. Puede haber muchas iglesias, pero dice Dios una es la perfecta mía, la paloma mía. Puede haber muchos que dicen llamarse siervos e hijos, pero solamente hay unos que se llaman adoradores en espíritu y en verdad. Dios no busca cantantes sino estos adoradores.

Yo no sé cómo de cargado viniste en esta mañana, pero la presencia de Dios está en este lugar. 

Ester 2: 15 – 18

“Cuando le llegó a Ester, hija de Abihail tío de Mardoqueo, quien la había tomado por hija, el tiempo de venir al rey, ninguna cosa procuró sino lo que dijo Hegai eunuco del rey, guarda de las mujeres; y ganaba Ester el favor de todos los que la veían. Fue, pues, Ester llevada al rey Asuero a su casa real en el mes décimo, que es el mes de Tebet, en el año séptimo de su reinado. Y el rey amó a Ester más que a todas las otras mujeres, y halló ella gracia y benevolencia delante de él más que todas las demás vírgenes; y puso la corona real en su cabeza, y la hizo reina en lugar de Vasti.  Hizo luego el rey un gran banquete a todos sus príncipes y siervos, el banquete de Ester; y disminuyó tributos a las provincias, e hizo y dio mercedes conforme a la generosidad real”.

Amó a Ester más que a todas las otras mujeres. Seguro fueron mujeres muy hermosas, pero en Ester había algo que marcaba la diferencia: La presencia de Dios en su vida.

Así como ella se dio cuenta de que no estaba allí por casualidad, nosotros no estamos acá por casualidad.

Dios derrama gracia ante los gobernantes, Dios derrama gracia ante tus clientes y ante tus jefes. Será que nosotros sentimos la necesidad de llevar este mensaje ante las almas. Dice la palabra que “cómo predicaran si no fueren enviados” y Dios nos ha comisionado para predicar su palabra. 

Dios quiere que seamos tierra fértil.

Yo creo que Dios puede usar mi vida yo creo que Dios no quiere que yo entierre mi talento sino que lo use y lo ponga al servicio de los demás. Dios quiere sanarnos y liberarnos. Lo que Dios me ha dado a mí quiere dárselo a otros.

Dónde están los que dicen esta mañana: “yo creo que Dios me quiere y me puede usar”.

Cuando Cristo  liberó al endemoniado Gadareno, este le pidió a Cristo que lo dejara ir con él y Cristo le dijo ve y cuenta a la gente que grandes maravillas ha hecho Dios contigo. 

Dios nos da esperanza y ganas de vivir.

Yo tenía mis sueños y Dios cambió mis sueños y  puso los suyos en mi corazón  hoy sueño con la unción.
En todo lugar donde Dios nos ha puesto tenemos tanto para dar.

Cuando Cristo llegó a nuestras vidas hablo a nuestro corazón.

¿Cuántas personas hoy quieren quitarse la vida? ¿Cuántos hijos de Dios hoy se han vuelto al mundo? Y a través de una palabra los primeros aman la vida y los segundos vuelven a Dios. Dice la palabra que los que hacen regresar a un hijo de Dios al buen camino, ha librado un alma del infierno. 

Dios nos demandará la sangre de esas personas si nosotros callamos. Dios quiere usar nuestros labios.
La unción de Dios trae bendición.

I Crónicas 13: 

Y el arca de Dios estuvo con la familia de Obed-edom, en su casa, tres meses; y bendijo Jehová la casa de Obed-edom, y todo lo que tenía”.

Somos bendecidos para bendecir a otros y para bendecir su obra. 

Cuando la presencia de Dios está en un hogar hay bendición. Hay pruebas y dificultades, pero Dios nos levanta siempre. 

Dios bendice, pero hay que poner algo.  Cristo multiplicó los peces, pero alguien tenía dos peces y los puso. 

II Reyes 4: 38 – 44

“Eliseo volvió a Gilgal cuando había una grande hambre en la tierra. Y los hijos de los profetas estaban con él, por lo que dijo a su criado: Pon una olla grande, y haz potaje para los hijos de los profetas. Y salió uno al campo a recoger hierbas, y halló una como parra montés, y de ella llenó su falda de calabazas silvestres; y volvió, y las cortó en la olla del potaje, pues no sabía lo que era.  Después sirvió para que comieran los hombres; pero sucedió que comiendo ellos de aquel guisado, gritaron diciendo: ¡Varón de Dios, hay muerte en esa olla! Y no lo pudieron comer. El entonces dijo: Traed harina. Y la esparció en la olla, y dijo: Da de comer a la gente. Y no hubo más mal en la olla. Vino entonces un hombre de Baal-salisa, el cual trajo al varón de Dios panes de primicias, veinte panes de cebada, y trigo nuevo en su espiga. Y él dijo: Da a la gente para que coma. Y respondió su sirviente: ¿Cómo pondré esto delante de cien hombres? Pero él volvió a decir: Da a la gente para que coma, porque así ha dicho Jehová: Comerán, y sobrará. Entonces lo puso delante de ellos, y comieron, y les sobró, conforme a la palabra de Jehová”.

Eran 20 panes para alimentar a 100 hombres.

Conforme a la palabra de Jehová. ¿Por qué nosotros comemos con escases y no nos sobra para convidar? Porque no le damos lo mejor al Señor. Cada uno de nosotros tenemos una semilla que dar para la obra de Dios, El aceite de la viuda se multiplicó porque ella dio lo que tenía.

Si no tienes nada que dar pídelo a Dios que Dios provee la semilla.

1 comentario:

  1. Todos los textos apuntan a la acción Espiritu Santo; la palabra de Dios (semilla) germina y da frutos en "buena" tierra. Todos tenemos una semilla, que dar para la obra de Dios.

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