Lucas 12: 32
No temáis, manada pequeña,
Este temor del cual se habla no
es de reverencia sino e precisamente de tener miedo. Nosotros manejamos muchísimos
miedos. Miedo al futuro, a destrucción de nuestros hogares, a lo laboral, a
dejar cosas del mundo, a tener que renunciar a todo por seguir a Cristo, es un
impedimento tremendo. Tenemos miedo al rechazo, en la familia, en el trabajo,
en el mismo grupo de oración. Tenemos miedo a perder el empleo. Tenemos miedo
al sufrimiento. Tenemos miedo a la enfermedad,
a sentirnos solos. Nos da miedo a perder a la compañera, al compañero,
perder a los hijos. Miedo a las malas noticias. Sentimos miedo a la inseguridad
social que nos rodea. Sentimos miedo a que no nos amen.
Muchas personas están mendigando
amor, porque no hemos aprendido a valorar el verdadero amor con que Dios nos
amó. Buscamos amores equivocados.
Tenemos miedo a la muerte. Cuando
conocemos a Jesucristo, ya nos sentimos preparados.
En la Biblia encontramos casos
donde siervos de Dios sintieron miedo, empezando por Adán.
Génesis 3: 7 – 10
Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban
desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales. Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba
en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la
presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto. Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo:
¿Dónde estás tú? Y él respondió: Oí tu
voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí.
Saltamos al 21:
Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los
vistió.
Cuando Adán y Eva pecaron en el
huerto del Edén fueron abiertos sus ojos y fueron conscientes de que ellos
estaban desnudos. Estaban así porque desobedecieron a Dios. Adán fue a buscar
hojas de higuera que al arrancar las hojas se secan pues ya no tiene sabia.
Adán y Eva se separaron del tronco que era Dios y que les estaba alimentando.
Dios los buscó y ellos se
escondieron, no fueron capaces de dar la cara a Dios por su pecado, por su
desobediencia. Adán sintió miedo y Dios tuvo misericordia que de inmediato Dios
les cambio la vestidura que ellos había hecho, sacrificó un animal y puso su
piel en ellos.
Dios desde ese momento planeo
enviar a su hijo para pagar por nuestros pecados. Jesucristo cambió nuestras
vestiduras de maldad y de pecado, por sus vestiduras de justicia.
Cristo derramó su sangre como lo
hizo Dios en el huerto para cambiar las vestiduras de Adán y Eva.
Otro caso el de Moisés.
Éxodo 3: 4-6
Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza,
y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: No te acerques; quita tu calzado de
tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es. Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de
Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro,
porque tuvo miedo de mirar a Dios.
Moisés tuvo curiosidad de ver que
la zarza no se consumía. Tuvo miedo Moisés. Cuando vamos a orar tenemos primero
que ponernos a cuenta con Dios.
Pasamos al 9 – 12
El clamor, pues, de los hijos de Israel ha venido delante de mí, y
también he visto la opresión con que los egipcios los oprimen. Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón,
para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel. Entonces Moisés respondió a Dios: ¿Quién soy
yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel? Y él respondió: Ve, porque yo estaré contigo;
y esto te será por señal de que yo te he enviado: cuando hayas sacado de Egipto
al pueblo, serviréis a Dios sobre este monte.
Vamos al capítulo 4: 10 – 17
Entonces dijo Moisés a Jehová: ¡Ay, Señor! nunca he sido hombre de
fácil palabra, ni antes, ni desde que tú hablas a tu siervo; porque soy tardo
en el habla y torpe de lengua. Y Jehová
le respondió: ¿Quién dio la boca al hombre? ¿o quién hizo al mudo y al sordo,
al que ve y al ciego? ¿No soy yo Jehová?
Ahora pues, ve, y yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que hayas de
hablar. Y él dijo: ¡Ay, Señor! envía, te
ruego, por medio del que debes enviar.
Entonces Jehová se enojó contra Moisés, y dijo: ¿No conozco yo a tu
hermano Aarón, levita, y que él habla bien? Y he aquí que él saldrá a
recibirte, y al verte se alegrará en su corazón. Tú hablarás a él, y pondrás en su boca las
palabras, y yo estaré con tu boca y con la suya, y os enseñaré lo que hayáis de
hacer. Y él hablará por ti al pueblo; él
te será a ti en lugar de boca, y tú serás para él en lugar de Dios. Y tomarás en tu mano esta vara, con la cual
harás las señales.
Moisés sintió miedo cuando Dios
le dio esa misión. Así nosotros cuando Dios nos pide algo, empezamos a sacar
cantidad de disculpas, como Moisés.
Cuando Moisés sacó tantas
disculpas Dios le dijo todo lo que él había hecho siendo Creador.
I Reyes 19: 1 – 4 y saltamos al 9
– 16
Acab dio a Jezabel la nueva de todo lo que Elías había hecho, y de cómo
había matado a espada a todos los profetas.
Entonces envió Jezabel a Elías un mensajero, diciendo: Así me hagan los
dioses, y aun me añadan, si mañana a estas horas yo no he puesto tu persona
como la de uno de ellos. Viendo, pues,
el peligro, se levantó y se fue para salvar su vida, y vino a Beerseba, que
está en Judá, y dejó allí a su criado. Y
él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un
enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no
soy yo mejor que mis padres.
Y allí se metió en una cueva, donde pasó la noche. Y vino a él palabra
de Jehová, el cual le dijo: ¿Qué haces aquí, Elías? El respondió: He sentido un vivo celo por
Jehová Dios de los ejércitos; porque los hijos de Israel han dejado tu pacto,
han derribado tus altares, y han matado a espada a tus profetas; y sólo yo he
quedado, y me buscan para quitarme la vida. Él le dijo: Sal fuera, y ponte en
el monte delante de Jehová. Y he aquí Jehová que pasaba, y un grande y poderoso
viento que rompía los montes, y quebraba las peñas delante de Jehová; pero
Jehová no estaba en el viento. Y tras el viento un terremoto; pero Jehová no
estaba en el terremoto. Y tras el
terremoto un fuego; pero Jehová no estaba en el fuego. Y tras el fuego un silbo
apacible y delicado. Y cuando lo oyó
Elías, cubrió su rostro con su manto, y salió, y se puso a la puerta de la
cueva. Y he aquí vino a él una voz, diciendo: ¿Qué haces aquí, Elías?
El respondió: He sentido un vivo celo por Jehová Dios de los ejércitos;
porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares, y
han matado a espada a tus profetas; y sólo yo he quedado, y me buscan para
quitarme la vida. Y le dio Jehová: Ve, vuélvete por tu camino, por el desierto
de Damasco; y llegarás, y ungirás a Hazael por rey de Siria. A Jehú hijo de
Nimsi ungirás por rey sobre Israel; y a Eliseo hijo de Safat, de Abel-mehola,
ungirás para que sea profeta en tu lugar.
A través de Elías, Dios derribo
todos los profetas de Baal entonces Jezabel le mandó decir que lo iba a mandar
a matar. Elías se llenó de miedo y huyó. Dios le pregunta que qué hace ahí y
Elías saca cantidad de disculpas. Así hacemos nosotros. Sacamos disculpas por
nuestros temores. A veces cosas que son valederas, pero para Dios y su poder
que nos es delegado no.
Por ejemplo a veces ponemos los
ojos en líderes y si esa persona se va entonces decimos: “se acabó el grupo,
quién va a predicar, ya se acabó la obra de Dios”. Pero nadie es indispensable,
Dios se proveerá de nuevos siervos. Muchos piensan que si no es en
denominaciones grandes entonces no pueden recibir la palabra de Dios.
No siempre Dios se presenta con
grandes cosas, a Elías se le presentó como viento apacible, pero también se
puede presentar con voz de trueno. Si no tenemos una comunión íntima con Dios
no podemos discernir cuál es la voz de Dios.
Los discípulos de Jesús también
sintieron miedo
Mareo 14: 25 – 31
Mas a la cuarta vigilia de la noche, Jesús vino a ellos andando sobre
el mar. Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, diciendo:
¡Un fantasma! Y dieron voces de miedo. Pero en seguida Jesús les habló,
diciendo: ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis! Entonces le respondió Pedro, y dijo:
Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. Y él dijo: Ven. Y
descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. Pero al
ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo:
¡Señor, sálvame! Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo:
¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?
Los discípulos que estaban con
Jesús tuvieron miedo cuando lo vieron caminando sobre las aguas, tuvieron miedo
y una visión muy distorsionada de Jesús, lo vieron como un fantasma. No lo
reconocieron porque su comunión con Jesús era muy superficial, era tibia y
liviana a pesar de que permanecían con él día y noche, viéndolo actuar en
señales y milagros. Así nos pasa a nosotros, vemos maravillas y en el grupo nos
emocionamos mucho, pero lejos del grupo no estamos bien con él.
Cuantas raíces de amargura hay en
nuestra vida, eso es lo que más entorpece nuestra relación con Cristo y más
grave si esa amargura aparece después de haber venido a Jesucristo.
En el pasaje de Pedro. Él al inicio le creyó, pero cuando vio las
circunstancias quitó los ojos de Jesús y los puso en la tempestad. Nosotros
hacemos los mismo quitamos los ojos de Jesús y
los ponemos en las cosas. Como lo que lo rodea a uno no le da seguridad
y no tenemos los ojos en Jesús entonces nos hundimos y si cuando nos estamos
hundiendo clamamos, Dios es tan misericordioso
que vuelve y nos da la mano y como a Pedro nos dice: por qué dudáis
hombres de poca fe.
Aunque nosotros somos infieles
Jesús siempre tiene la mano extendida para darnos seguridad.
¿Por qué teméis manada pequeña si
yo estoy con ustedes hasta el fin del mundo?”, nos dijo Dios en la profecía.
De momento decimos creemos en él
y luego le damos cabida en nuestro corazón a la duda, a la incredulidad, a la
dureza de corazón y esto es un error grave y ofende a Dios. Si él nos da
seguridad por qué dudamos de él.
Mateo 8: 23 – 27
Y entrando él en la barca, sus discípulos le siguieron. Y he aquí que
se levantó en el mar una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca;
pero él dormía. Y vinieron sus discípulos y le despertaron, diciendo: ¡Señor,
sálvanos, que perecemos! Él les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe?
Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar; y se hizo grande
bonanza. Y los hombres se maravillaron, diciendo: ¿Qué hombre es éste, que aun
los vientos y el mar le obedecen?
Jesús se durmió y los discípulos
sintieron miedo y fueron a buscar a Jesús, a despertarlo y a decirle que los
salvara. Jesús ordenó al viento que se calmara. Otra vez les dice: “por qué
teméis hombres de poca fe”.
En nuestra vida constantemente
estamos sintiendo miedo. La parte financiera nos mueve mucho, tenemos que tener
mucha seguridad para mantenernos firmes. Que nada ni nadie nos quite la fe,
veíamos la vez pasada.
Los discípulos lo tenía cerca y dudaban y temían: Nosotros
no lo vemos por eso es que tenemos que estar unidos íntimamente con él para que
no temamos de nada.
Mateo 26: 69 – 75
Pedro estaba sentado fuera en el patio; y se le acercó una criada,
diciendo: Tú también estabas con Jesús el galileo. Mas él negó delante de todos, diciendo: No sé
lo que dices. Saliendo él a la puerta,
le vio otra, y dijo a los que estaban allí: También éste estaba con Jesús el
nazareno. Pero él negó otra vez con
juramento: No conozco al hombre. Un poco
después, acercándose los que por allí estaban, dijeron a Pedro: Verdaderamente
también tú eres de ellos, porque aun tu manera de hablar te descubre. Entonces él comenzó a maldecir, y a jurar: No
conozco al hombre. Y en seguida cantó el gallo.
Entonces Pedro se acordó de las palabras de Jesús, que le había dicho:
Antes que cante el gallo, me negarás tres veces. Y saliendo fuera, lloró
amargamente.
Pedro que le había dicho: “te
seguiré así tenga que dar la vida”. Cuando prendieron a Jesús lo negó tres
veces porque sintió mucho miedo de tener la misma suerte de Jesús.
Pedro le prometió a Jesús que le
seguiría, sin embargo luego lo negó. Le llegó su intimidad con Jesús hasta que
lo confrontaron. Cuántas veces a nosotros nos pregunta y nosotros negamos la
identidad real que tenemos con Jesucristo.
Manada
Manada es igual a rebaño y a
remanente, es un grupo pequeño. A Dios le mueve un grupo que ha entregado su
corazón, no un grupo grande y sin nada en su corazón.
Salmos 78: 52 – 53
Hizo salir a su pueblo como ovejas, Y los llevó por el desierto como un
rebaño. Los guió con seguridad, de modo que no tuvieran temor; Y el mar cubrió
a sus enemigos.
Esa es la guía que nos da el
Espíritu Santo a toda la verdad no nos deja extraviar. Hace referencia al mar
cuando cubrió los enemigos de Israel.
Si el enemigo es la falta de
dinero o el desempleo. Todo eso que me estorba y pensamos que Dios nos escucha,
debemos estar tranquilos pues todos esos enemigos el promete que los pondrá
debajo de nuestros pies.
Mate 26: 31
Entonces Jesús les dijo: Todos vosotros os escandalizaréis de mí esta
noche; porque escrito está: Heriré al pastor, y las ovejas del rebaño serán dispersadas.
Cuando cogieron a Jesús los
discípulos se dispersaron, solo estuvieron Pedro y luego Juan al pie de la
cruz.
Juan 21: 15 – 17
Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás,
¿me amas más que éstos? Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. El le
dijo: Apacienta mis corderos. Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de
Jonás, ¿me amas? Pedro le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le dijo:
Pastorea mis ovejas. Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas?
Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? y le respondió:
Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis
ovejas.
Es muy claro que nosotros somos
esas ovejas. El pastor cuida las ovejas, las guía y las protege, las fortalece.
Jesús le dijo a Pedro esto porque le hizo rectificar tres veces.
Jesús como pastor
Juan 10: 1 – 15
De cierto, de cierto os digo: El que no entra por la puerta en el redil
de las ovejas, sino que sube por otra parte, ése es ladrón y salteador. Mas el que entra por la puerta, el pastor de
las ovejas es. A éste abre el portero, y
las ovejas oyen su voz; y a sus ovejas llama por nombre, y las saca. Y cuando ha sacado fuera todas las propias,
va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. Mas al extraño no seguirán, sino huirán de
él, porque no conocen la voz de los extraños.
Esta alegoría les dijo Jesús;
pero ellos no entendieron qué era lo que les decía. Volvió, pues, Jesús a
decirles: De cierto, de cierto os digo: Yo soy la puerta de las ovejas. Todos
los que antes de mí vinieron, ladrones son y salteadores; pero no los oyeron
las ovejas. Yo soy la puerta; el que por
mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos. El ladrón no viene sino para hurtar y matar y
destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en
abundancia. Yo soy el buen pastor; el
buen pastor su vida da por las ovejas. Mas el asalariado, y que no es el pastor, de
quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y
el lobo arrebata las ovejas y las dispersa. Así que el asalariado huye, porque es
asalariado, y no le importan las ovejas. Yo soy el buen pastor; y conozco mis
ovejas, y las mías me conocen, así como
el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas.
Saltamos al 27
Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán
jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.
El pastor limpia, purifica,
alimenta, sana guía, cuida busca. El pastor quita los bichos y animalitos que
se le enredan en la lana. Los llevan a los esquiladores para que les quiten la
lana ese peso para que puedan caminar libremente.
Jesús nos lava de nuestros
pecados, nos limpia de los pecados. Nos quita los pecados que entorpecen
nuestra comunión con Dios. Nos limpia para dar mejor fruto. No por ocho días,
mes o años sino fruto que permanezca. Para esto tenemos que tener comunión con
Dios.
Pequeña
Jeremías 23: 3 – 4
Y yo mismo recogeré el remanente de mis ovejas de todas las tierras
adonde las eché, y las haré volver a sus moradas; y crecerán y se
multiplicarán. Y pondré sobre ellas
pastores que las apacienten; y no temerán más, ni se amedrentarán, ni serán
menoscabadas, dice Jehová.
El mismo reunirá a sus ovejas
porque las reconoce y ellas conocen su voz. Para conocer la voz de Jesucristo
tenemos que tener unidad con él para que no venga el enemigo y nos meta otras
voces.
Boga mar adentro
Lucas 5: 4 – 6
Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: Boga mar adentro, y echad
vuestras redes para pescar. Respondiendo
Simón, le dijo: Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos
pescado; mas en tu palabra echaré la red.
Y habiéndolo hecho, encerraron gran cantidad de peces, y su red se rompía.
Boga mara adentro sin miedo.
Cogieron gran cantidad de peces, pero muy adentro. Mientras más nos
profundísimos en el océano de Dios más vamos a descubrir las maravillas de
Dios. No podemos quedarnos en la orilla, poco hay en la orilla, solo arena.
Dios no nos quiere inestable, ni
inseguros, ni miedosos, ni tibios, ni mediocres. Nos quiere estables parados en
la roca que se llama Jesucristo.
Si queremos un avivamiento
metámonos fuertemente con el Espíritu Santo, metámonos en la oración. Todo
tiembla a la presencia de Dios.
No temáis manada pequeña.
Exelente Homilia sobres esta temaica. Hay q ser valientes y avanzar seamos pocos o muchos. Somos del señor.
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