lunes, 30 de junio de 2014

Mas en tu palabra



Muchas veces cuando Dios nos ha prosperado nos olvidamos. El pueblo de Israel se olvidó muchas veces de lo que Dios había hecho. Cuando Dios los sacó de Egipto, cuando Dios les dio maná en el desierto, cuando los sustentó, cuando su ropa no se envejeció. Así somos nosotros a veces olvidamos lo que Dios nos ha dado, lo que Dios ha hecho en nuestras vidas.

Nosotros no debemos olvidarnos de lo que Dios ha hecho, porque cada vez que recordamos lo que Dios ha hecho, vamos a pegarnos más a él, y el amor será más grande en cada uno de nosotros.

Deuteronomio 8: 1 - 2

“Cuidaréis de poner por obra todo mandamiento que yo os ordeno hoy, para que viváis, y seáis multiplicados, y entréis y poseáis la tierra que Jehová prometió con juramento a vuestros padres. Y te acordaras de todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos”. 

No solamente en el desierto somos probados, sino también en la abundancia. En todo momento somos probados. Dice la palabra de Dios que él hace todas estas cosas para saber, realmente, que hay en nuestro corazón.

Como dice la alabanza “alabara a Dios cuando las cosas andan bien que bueno es”, pero cuando las cosas están difíciles, cuando las cosas se ven como tan lejanas entonces empieza a llegar el desánimo. Cuando Dios dice que nos va a proveer, y la provisión no aparece  y no tenemos un peso en el bolsillo entonces nos desanimamos y desconfiamos de las promesas de Dios y nos olvidamos que el Dios que nos sustentó ayer, nos sustenta hoy y nos sustentará mañana. 

Nos olvidamos que el Dios que sanó ayer nuestro cuerpo y nuestra alma, que nos rescató y nos libró, nos puede librar hoy de nuestras dolencias.

En Deuteronomio 8: 3 

“Y te afligió, y te hizo tener hambre, y te sustentó con maná, comida que no conocías tú, ni tus padres la había conocido,…”

Vemos que aun en medio de la aflicción aun  en medio del hambre Dios mandó maná para su pueblo. Todos podemos decir que aun en medio de nuestra necesidad Dios nunca nos ha dejado sin pan, Dios siempre nos ha dado lo necesario. Tenemos vestido, tenemos un techo donde habitar, nos ha dado un hogar, una familia, los ojos para ver, su misericordia ha sido grande para nosotros.

Y sigue diciendo el versículo 3

“…para hacerte saber que no solo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre”

Dios dice esto porque muchas veces buscamos a Dios por un interés, por un milagro. Mucha gente dice: “yo necesito esto, necesito una sanidad”. A Jesús se le arrimaba mucha gente que tenía necesidades. Nosotros tenemos necesidades, pero muchas veces nos quedamos con el milagro y nos vamos. Muchas veces buscamos a Dios por un interés y no lo buscamos de corazón.

¿Cuántas veces cuando estamos en dificultades seguimos fieles a Dios? Dios ha sido fiel, pero si ¿Dios no nos da y no nos suple como nosotros queremos, entonces nosotros nos vamos y nos olvidamos de Dios? Dios quiere que nosotros seamos fieles en todo momento.

Ahora cantábamos: “adónde iremos si solo tú tienes palabra de vida eterna”. ¿Cuántas veces nos hemos sentido derribados? ¿Cuántas veces nos hemos sentido desfallecer? Y viene la palabra de Dios a nuestros corazones y nos levanta y nos conforta y Dios extiende sus brazos y nos ayuda a seguir hacia adelante.  Cuando vemos las montañas tan altas y vemos tantos problemas, viene la palabra de Dios y dispersa tanta montaña y tanta tiniebla.

Dios es bueno ha sido grande y maravilloso

En Deuteronomio 8: 4 y 5 dice 

“Tu vestido nunca se envejeció sobre ti, ni el pie se te ha hinchado en estos cuarenta años. Reconoce asimismo en tu corazón, que como castiga el hombre a su hijo, así Jehová tu Dios te castiga”.

Muchas veces pasamos por pruebas y dificultades, pero es porque Dios quiere lo mejor para nosotros. Si somos sanos en todo momento ¿cómo vamos a declarar que Dios es nuestro sanador? ¿Si tenemos siempre la provisión cómo vamos a clamarle a él para que nos dé la provisión y que él sea reconocido como nuestro proveedor? Él merece toda la gloria y toda lo honra.

En este momento que estamos pasando por pruebas, hay que darle gracias a Dios por esas pruebas por las que estamos pasando y pidámosle a Dios que saque lo mejor de nuestros corazones porque Dios quiere sabe que hay en nuestros corazones.

Dios conoce las intenciones de nuestros corazones y dice que no es lo que entra lo que contamina sino lo que sale del corazón, eso es lo que contamina. Y muchas veces nuestros quejidos y reclamos expresa lo que hay en nuestro corazón.

Muchas veces tenemos fe para unas cosas y para otras no la tenemos, pero la fe para con Dios no debe ser circunstancial ni debe ser para unas cosas si y para otras no, Dios quiere que nuestra fe sea siempre la misma en él porque él es fiel.

Dios es ese amigo que nunca falla, un ser humano puede fallar, pero Dios nunca.

Sigue diciendo Deuteronomio 8: 6 - 11

“Guardarás, pues, los mandamientos de Jehová tu Dios, andando en sus caminos, y temiéndole. Porque Jehová tu Dios te introduce en la buena tierra, tierra de arroyos, de aguas, de fuentes y de manantiales, que brotan en vegas y montes;  tierra de trigo y cebada, de vides, higueras y granados; tierra de olivos, de aceite y de miel;  tierra en la cual no comerás el pan con escasez, ni te faltará nada en ella; tierra cuyas piedras son hierro, y de cuyos montes sacarás cobre.  Y comerás y te saciarás, y bendecirás a Jehová tu Dios por la buena tierra que te habrá dado”.

Cuídate de no olvidarte de Jehová tu Dios, para cumplir sus mandamientos, sus decretos y sus estatutos que yo te ordeno hoy;…”

Miremos lo que Dios nos ha prometido y Dios nos lo ha dado. Cuando nos encontró nos dio su salvación y vida eterna y nos colmó de grandes bendiciones pero también nos demanda: “cuídate de no olvidarte de Jehová tu Dios…”, porque somos muy dados a olvidar lo que Dios hace con cada uno de nosotros.

Y sigue diciendo en el 12 al 14: 

“…no suceda que comas y te sacies, y edifiques buenas casas en que habites, y tus vacas y tus ovejas se aumenten, y la plata y el oro se te multipliquen, y todo lo que tuvieres se aumente;  y se enorgullezca tu corazón, y te olvides de Jehová tu Dios, que te sacó de tierra de Egipto, de casa de servidumbre;…”

¿Cuantas veces Dios te ha dado tantas cosas y te ha puesto en alto y caemos como el coco de la palmera porque no hemos sabido valorar lo que él nos ha dado? Por la soberbia de nuestro corazón, porque somos infieles con Dios, por nuestra mediocridad, por tantas cosas. Pero Dios ha traído su palabra para que nosotros hoy cuidemos lo que Dios nos ha dado, que valoremos lo que Dios nos ha dado.
Nosotros un día dijimos al Señor que íbamos a cuidar lo que él nos había dado: nuestros hogares, nuestras finanzas, nuestros hijos. Muchas veces ponemos más el amor en nuestros hijo o en lo que Dios nos ha dado que en él.

Dios dice que el que ama más a su padre, a su madre, a su hijo, o cualquier persona o cosa más que a él no es digno de él. Cuántas personas porque su hijo o su esposo o esposa le dicen que no vengan a buscar a Dios no vienen. Cuantas veces el trabajo, las finanzas, las cosas que el mismo Dios nos ha dado nos debilitan y en lugar de apegarnos al Señor nos apartamos de él.

El 14 y El 15 vemos dicen:

“…y se enorgullezca tu corazón, y te olvides de Jehová tu Dios, que te sacó de tierra de Egipto, de casa de servidumbre;  que te hizo caminar por un desierto grande y espantoso, lleno de serpientes ardientes, y de escorpiones, y de sed, donde no había agua, y él te sacó agua de la roca del pedernal;…”

Imagínese la misericordia de Dios que sacó agua de la roca en pleno desierto, Dios hizo que de la peña brotara agua para ese pueblo, aunque el pueblo estaba renegando contra él . A veces somos nosotros quejándonos contra Dios y sin embargo Dios pone alimento en nuestra mesa. Aun a aquellos que dicen que Dios no existe, Dios les pone alimento en sus mesas, Dios les viste y les da empleo y salud. Les da la vida para que algún día se vuelvan a él. Dios dice en su palabra que él cuida de su creación.

Nosotros como hijos de Dios no podemos olvidarnos de lo que él ha hecho por nosotros. Santiago 4: 4  dice; “¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios”. Cuantas veces nosotros nos constituimos en enemigos de Dios y creemos que andamos en la voluntad de Dios. Dice Santiago. Dice que Abraham se constituyó amigo de Dios porque creyó en sus promesas. Dice Santiago 2: 23 que se constituyó amigo de Dios porque creyó en sus promesas, porque creyó en ese Dios maravilloso que le había prometido.

Cuántas veces nosotros, Dios nos ha prometido y desconfiamos de él, de ese amigo incondicional, de ese amigo que no miente que siempre está con nosotros.

Dios dice que cuando nos constituimos en amigos del mundo nos constituimos en enemigos de Dios. Y ser amigo del mundo es tener duda, incredulidad; muchas veces pensamos que es el licor o los vicios, pero al nosotros no creerle al Señor, dudar en nuestro corazón estamos diciendo que él es un mentiroso, porque no hemos creído en el Dios que nos ha prometido, el Dios que es fiel y verdadero, que por él fueron hechos los cielos y la tierra. Nosotros estamos hoy aquí por su misericordia, por su poder y él ha cumplido sus promesas.

La promesa que hizo en este niño que iba a nacer sano y sin embargo  antes de nacer los médicos le vieron un problema en el riñón y oramos;  y en un segundo examen los médicos no vieron ya nada en su organismo y quedaron sorprendidos.

Lo que Dios promete lo cumple. Cuando Dios quiere enviar la bendición el enemigo quiere levantar cualquier cosa para hacernos dudar. Dios te dice: “yo te voy a bendecir”,  y parece que todo se levantó, las finanzas, tu familia, todas las cosas, pero Dios es fiel para cumplir lo que te ha prometido.

Dios cumple si le creemos a él. ¿Recuerdan cuando llamaron a Balaan a maldecir al pueblo de Dios? Había algo muy tremendo ahí porque no lo podía maldecir, vea que tan importante es la amistad con Dios. ¿Cuántas veces cuidamos más la amistad con un amigo o la relación con nuestros padres o con nuestro cónyuge que la relación con Dios?

Cuando hay esa amistad con Dios tenemos protección, tenemos bendición.

Sabemos que Balaan fue buscado para maldecir al pueblo y Dios había mandado bendición sobre ese pueblo. Pero Dios le impidió a Balaam maldecir al pueblo que estaba confiado en sus tiendas, pero Dios estaba peleando por él. Cuantas veces nosotros estamos tranquilos en nuestros hogares y Dios está peleando por nosotros.

Números 23: 19 – 24

“Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?  He aquí, he recibido orden de bendecir;…”

Dios manda ordena al mar, a las montañas, Dios dio orden a los vientos que se calmaran, Dios le dio orden a la peña que brotara agua, Dios dio orden a la viuda para que alimentara a su siervo, Dios les dio orden a los cuervos para que le llevaran comida a Elías y Dios les da órdenes a todas las cosas terrenales, Dios por su poder y por su mano mueve todas las cosas en el cielo y en la tierra y muchas veces creemos que es imposible. Dios alimentó 5 mil personas con solamente 5  panes y 2 peces. Dios multiplicó la provisión porque hubo un hombre, una persona que entregó su alimento, que entregó su sustento y era quizás lo único que tenía y creyó que Dios podía hacer algo con ese poco. La viuda que entregó todo su sustento, dos blancas, y Jesús dijo que había dado más que los ricos que daban todo lo que les sobraba, esa mujer tenía fe de saber que esa ofrenda era para Dios.

Muchas veces nosotros damos de lo que nos sobra, damos a Dios del tiempo que nos sobra, damos a Dios de las finanzas que nos sobra, damos a Dios de todo lo que nos sobra, del ratico que nos sobra, del amor que nos sobra. Dios multiplicó los panes, había una multitud muy grande y esa multitud se fue con Jesús pues quería escucharlo porque en él había palabras de vida eterna y dice la palabra que él tubo compasión. El Dios de nosotros es un Dios misericordia, Dios sabe que está pasando en este momento, Dios sabe que te está afligiendo. El Dios que nos hizo y que nos creó, ¿no va a saber que tenemos hambre, que tenemos necesidades, que sentimos opresión en nuestro corazón, que hay dolencias en nuestro cuerpo, que hay cosas que afligen nuestra alma, que necesitamos ser sanos?

Dice la palabra que Cristo sanaba a los que necesitaba. Pero muchos iban por el pan físico, por la provisión, pero hubo otros que lo buscaban realmente porque tenía palabras de vida eterna, como Saqueo que hizo actos dignos de arrepentimiento, esa semilla, esa palabra de Dios cayó en buena tierra y dio fruto. Eso es lo que Dios quiere.

En el monte de Jehová hay gran provisión él no les daba solamente la palabra sino que los alimentaba. La gente se quedaba por horas y los discípulos le decían: “despide esa gente que no tiene que comer”. A los discípulos se les había olvidado que él había alimentado a 5 mil, y que en ese momento había 4 mil personas y se olvidaron de lo que Dios había hecho con esas 5 mil personas y le dijeron: “Señor solo tenemos 7 panes”. Y el Señor con esos 7 alimento esas 4 mil personas y sobró.

Dios les dijo: “por qué no habéis creído, por que sois tan duros de corazón”. Sabiendo que lo que Dios hizo ayer, lo hace hoy y lo hace siempre.

En Lucas 5 dice la palabra del Señor que ellos estaban pescando, pero nada pescaban y le dijeron: “Señor hemos intentado toda la noche”. Es como cuando tú dices: “he orado tanto por esta situación, he orado tato por mi restauración, he orado tanto por mi hogar, he orado tanto por mi cónyuge, por mis hijos, Señor, y no veo resultados”.  Dios envió su palabra y dijo: “boga mar adentro”. Ellos dijeron: “hemos hecho eso toda la noche, mas en tu palabra echaré la red” y dicen que eso fue una pesca milagrosa, Pedro le creyó a la palabra del Señor.

¿Cuántas palabras hemos escuchado, pero si hemos bogado mar adentro creyendo esas promesas? ¿Si hemos superado esos obstáculos que se nos han presentado? Dios quiere que nosotros boguemos mar adentro creyendo sus promesas. Si Dios dijo que nos daría esto o aquello, boga mara adentro y créele al Señor, que una pesca milagrosa viene para todo aquel que cree. Dios no envía su palabra en vano.

Dice en Números 23: 20

“…El dio bendición, y no podré revocarla”.  

Cuando Dios da bendición nosotros somos los que no la creemos, pero el cumple su palabra. Dios hace las cosas cuando uno da un paso de fe.

Veamos en el 21 por qué Dios protegía a ese pueblo, la escritura dice “levántese Dios y sean esparcidos sus enemigos”. Los enemigos del pueblo de Dios eran los enemigos del mismo Dios. Cuando Pablo perseguía a la Iglesia se le apareció el mismo Jesucristo y le dijo: “porque me persigues”. Porque el que nos persigue y nos acecha es con el mismo Dios con el que está peleando. Nosotros somos la niña de los ojos de Dios.

Muchas veces nos sentimos que estamos solos, peleando solos, pero no lo estamos. Dios estuvo con Daniel y los compañeros en el horno de fuego y en el foso de los leones, porque ante los ojos de Dios eran inocentes.

Cuantas veces nos persiguen injustamente, con engaños, con mentiras, pero si somos fieles como lo hizo Daniel `podemos decir: “yo sé que mi redentor vive y vive para siempre”.

Dios es un Dios justo que levanta del polvo al menesteroso.

Y dice en el 21: 

“No ha notado iniquidad en Jacob, Ni ha visto perversidad en Israel. Jehová su Dios está con él, y júbilo de rey en él”. 

¿Dios puede decir esto de nosotros? Decía Balaam: “Si Dios está con él yo no puedo hacer nada”. Porque todo se mueve por el poder y la voluntad de Dios. Él dice en su palabra que ni una hoja se mueve de un árbol sin su voluntad. Los demonios se sujetan en su nombre. Pensamos que eso es solo para aquellos tiempos y para Jesucristo. Pero no, Dios le dio poder a su pueblo sobre toda fuerza del enemigo. Nos llamó a proclamar guerra, despertad a los valientes. ¿Usted se considera un hombre valiente, un hombre de guerra? Dice la palabra que los cobardes no heredarán el reino de Dios.

Es de los valientes seguir adelante en las promesas del Señor. Todo lo que hacemos es por fe, hoy hemos venido por fe. Cuántos creen que Dios está en medio de nosotros, que Dios escudriña nuestros corazones. Y que quiere ver ese temor reverente en su iglesia. Dios está mirando cada mente, cada corazón. Dios mira los corazones contritos y humillados.

Recordemos aquella mujer que decía si solo pudiera tocar el borde de su vestido. Tuvo un pensamiento, pero Jesús conocía los pensamientos de esta mujer. Ese pensamiento, esa fe fue lo que movió a Jesús.

Muchos estamos diciendo: “Señor yo necesito esta palabra, mas en tu palabra yo echaré la red. Mas en tu palabra  yo camino en tus promesas, Señor no importa como yo vea mi hogar, no importa como yo vea mis finanzas, ese empleo tan lejano, que no tengo un peso en el bolsillo, yo en tu palabra hoy echo la red, Señor”
Dice la palabra que el Señor sanó a 10 leprosos y solo uno se devolvió a darle las gracias cuántas prostitutas y solo unas agradeció, cuántos fariseos. 

Cuando Saqueo invito a Jesús a morar en su casa, dice la palabra que en Saqueo hubo arrepentimiento. Es lo que quiere el Señor cuando llega a nuestras casas, que en nuestras vidas haya un cambio. Que ese cambio podamos llevarlo a nuestros hogares, a nuestras familias, que la dureza de nuestro corazón se caiga.
El único obstáculo para que Dios pueda hacer milagros en nuestra vida es nuestra incredulidad. Somos incrédulos y olvidadizos, que olvidamos lo que Dios ha hecho con nosotros.

Cierra tus ojos donde estás y piensa cuántas promesas te ha dado Dios, y cuántas las ves tan altas y tan imposibles y tan lejanas. Pero Dios dice que todo lo que pedís creyéndolo en tu corazón lo recibiréis.
Jesús maldijo la higuera porque no encontró fruto en ella. Temamos al que puede maldecir nuestras bendiciones y lo hace por nuestra desobediencia y Dios maldijo esa higuera y esa higuera nunca Dio frutos. Pero Dios quiere, en esta mañana, bendecirnos a nosotros y que nosotros seamos esos árboles plantíos de Jehová que podamos dar fruto en todo tiempo y en todo momento.

Cuantas veces Dios nos ha pedido que dejemos esto  o aquello y no lo hemos hecho y sabemos en nuestro corazón que es lo que debemos dejar. 

Este camino es de renuncia, muchas veces lo decimos muy fácilmente, pero ¿cuántas cosas hemos dejado por el Señor? ¿Cuántos han entregado sus sueños por el Señor y han decidido seguir adelante con el Señor? Dios dice en su palabra que el que deje cualquier cosa acá en la tierra recibirá mucho más. El trabajo en el Señor no es en vano.

Cuántas veces hemos pedido algo al Señor y el Señor nos lo da y nos olvidamos de él. Cuántas por el amor de un hombre se olvidan del llamado que tienen en  el Señor. Cuántos nos olvidamos que Dios nos llamó como adoradores, que Dios nos llamó para alabanza de su pueblo, como predicadores. ¿Cuántas veces has clamado a Dios para que te use? ¿Hemos ganado almas para el Señor en nuestras familias, en nuestro trabajo? 

Dios no quiere que vengamos acá a calentar una silla solamente, Dios quiere que nosotros vayamos a replicar lo que Dios nos está dando. Esta palabra es muy importante para que nosotros la despilfarremos. Porque lo que Dios tiene con cada uno de nosotros es grande y poderoso.

Volvamos al versículo 21 de Números 23

“No ha notado iniquidad en Jacob, ni ha visto perversidad en Israel. Jehová su Dios está con él, Y júbilo de rey en él. Dios los ha sacado de Egipto; tiene fuerzas como de búfalo”. 

Dios quiere darte esas fuerzas en esta mañana y esas fuerzas solo se consiguen en la presencia del Señor.

Sigue el versículo 23:

“Porque contra Jacob no hay agüero, ni adivinación contra Israel. Como ahora, será dicho de Jacob y de Israel: ¡Lo que ha hecho Dios! He aquí el pueblo que como león se levantará, y como león se erguirá; no se echará hasta que devore la presa, y beba la sangre de los muertos”.

Dios nos ha hecho libres seremos como los que sueñan, Dios implantó ese sueño en nuestros corazones y tenemos que seguir caminando con base en esos sueños, en esas visiones que Dios nos ha dado. Si Dios te ha dicho que te dará esto o aquello, tú tienes que seguir soñando con lo que Dios te ha dado. Así era José y tuvo muchos sueños.

¿Dicen de nosotros si será que esos serán transpuestos? Es para los que sueñan, para os que creemos como niños. A José no le creyeron y se burlaban de él y lo metieron a una cisterna, le ocurrieron muchas cosas, pero al final se cumplieron los sueños que Dios había plantado en José, porque ni siquiera eran los sueños de José, eran los sueños que Dios había plantado en él.

Cuando Dios nos da una promesa es porque él ya ha visto el final de esa promesa.

En Apocalipsis dice que habrá las bodas del Cordero y que su remanente se gozará con él  y que con ellos hará fiesta y esto se cumplirá porque Dios sabe el final de todas las cosas, como cuando un escritor escribe una novela, escribe, sueña y piensa y le da un final a su novela.

Dios escribió una historia con cada uno de nosotros. Estábamos en el mundo sin Dios y sin nada y cuando Dios nos tomó empezó a escribir un libro y sabía que hoy estaríamos aquí escuchando esta palabra. 

Los sueños de Dios se cumplen en aquellos que creen fielmente. El desánimo y la incredulidad quieren opacar esos sueños. Que nosotros podamos ser valientes como Daniel, como José. Esto no es de cobardes que le entregan el hogar al enemigo, porque somos nosotros los que lo entregamos o le decimos al enemigo: “ya estoy cansado de luchar por mis promesas y las veo tan lejanas que ya no tengo fuerzas”. Pero Dios dice que su pueblo tiene las fuerzas del búfalo que tiene más fuerza cuando está de rodillas, no lo hace parar nadie.

Pidamos al Señor que  cojamos nuevas fuerzas, que entreguemos nuestras cargas. Dios dice: “Venid a mí los que estéis cansados y cargados que yo os haré descansar”. La palabra de Dios sin el Espíritu está muerta es solamente información.

Dios ha mandado una palabra que eches tus redes entonces obtendrás una pesca milagrosa, hoy nos habla el Espíritu  Santo de Dios que inquieta nuestros corazones. Le pido a Dios que traiga un respaldo a su palabra y yo sé que veremos su gloria.

Dios hará un avivamiento en su remanente y creamos que somos parte de ese remanente.

¿Ustedes sueñan con las bodas del cordero? ¿Ustedes sueñan con estar en la presencia del Señor? Dios trae hoy esta palabra para que nosotros nos  sumerjamos en su presencia, para que cada día podamos ser más obedientes, más fieles delante de él

Mateo 14: 13

“Oyéndolo Jesús, se apartó de allí en una barca a un lugar desierto y apartado; y cuando la gente lo oyó, le siguió a pie desde las ciudades. Y saliendo Jesús, vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, y sanó a los que de ellos estaban enfermos. Cuando anochecía, se acercaron a él sus discípulos, diciendo: El lugar es desierto, y la hora ya pasada; despide a la multitud, para que vayan por las aldeas y compren de comer”. 

La gente lo siguió a pie desde las ciudades, que entrega. A veces nos da pereza venir a la oración porque está lloviendo o por cualquier otra cosa.

Cristo dijo que no se tenían que ir, él era la provisión.

Alguien cuando no tiene para comprar sino un paquete de pan y se gasta ese dinero en el pasaje para ir al grupo de oración, está sembrando en el reino de Dios.

Jesucristo pago un precio en Getsemaní que le costó lágrimas de sangre, derramo lágrimas por ti y por mí. Cuando tú te sientes en total angustia por tu familia, por tus hijos, por la situación que estás viviendo, Cristo tenía angustia y sus discípulos no sentía orar, se quedaron dormidos. Cristo les dijo ustedes me dejarán, herirán al pastor y se dispersarán las ovejas. La fortaleza de Jesús en ese momento era que el Padre estaba con él. Con lágrimas Cristo sembró, con sacrificio por nosotros y nosotros queremos que las cosas se nos den así fácilmente.

Nosotros hemos orado con lágrimas y Dios dice que él es fiel y verdadero y que con lágrimas hemos sembrado, pero que vendremos con gozo.

Dice en el 16

“Jesús les dijo: No tienen necesidad de irse; dadles vosotros de comer. Y ellos dijeron: No tenemos aquí sino cinco panes y dos peces”. 

¿Qué tienes en tu mano? Cierre los ojos ahí done estás y dile: “Señor yo no tengo empleo, no tengo ni un pasaje, no tengo con quien formar un hogar, tengo en mi mano tristeza, me siento solo”

“Él les dijo: Traédmelos acá”.

Dios dice en esta mañana que lo poco o lo mucho que le estás ofreciendo, Dios multiplica Dios bendice. 

Pero Dios quiere que le entregue en esta mañana. Entrega ahí tu hogar, entrega tu fuerza, entrega la tristeza. Dile: “yo te entrego mis hijos, mi cónyuge, yo entrego hoy oh Dios de la gloria”.

En el 19 dice 

Entonces mandó a la gente recostarse…”

Dios dice hoy que descanses en su presencia, así como aquella viuda que le dijo solamente tengo un frasco de aceite y el profeta le dijo ve y consigue otras vasijas y llénalas con aceite y el aceite no escaseara. Comeremos y sobrará.

Y tú que has entregado tus lágrimas en el altar de Dios. Dios te dice que con regocijo te alegrará
Sigue diciendo San Mateo:

 “Entonces mandó a la gente recostarse sobre la hierba; y tomando los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, bendijo, y partió y dio los panes a los discípulos, y los discípulos a la multitud. Y comieron todos, y se saciaron; y recogieron lo que sobró de los pedazos, doce cestas llenas. Y los que comieron fueron como cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños”.

Tomando Dios esta mañana lo que tú tienes en tus manos.

Cuando Dios bendice podemos bendecir a otros. Dile: Gracias Señor por la bendición.

Dale la gloria a Dios por una bendición sobrenatural.

Cada uno de nosotros vino hoy por una necesidad por una bendición. Alaba y adora a Dios porque Dios bendijo tus manos hoy.

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