miércoles, 25 de marzo de 2015

Alabanza y adoración




Alabar es reconocer a Dios.

Adoración reverenciar su precioso nombre.

La alabanza y la adoración nos llevan a la presencia de Dios

Cuando le pueblo de Dios iba a pelear, en el primer lugar se ponía a la tribu de Judá que era la tribu encargada de la alabanza.

Satanás respeta la adoración porque él no puede adorar a Dios. El enemigo utiliza tanto la música para que no se adore a Dios sino a él.

Salmos 95 1 – 6

Venid, aclamemos alegremente a Jehová; cantemos con júbilo a la roca de nuestra salvación. Lleguemos ante su presencia con alabanza; aclamémosle con cánticos. Porque Jehová es Dios grande, y Rey grande sobre todos los dioses. Porque en su mano están las profundidades de la tierra, y las alturas de los montes son suyas. Suyo también el mar, pues él lo hizo; y sus manos formaron la tierra seca. Venid, adoremos y postrémonos; arrodillémonos delante de Jehová nuestro Hacedor”.

Cantar a Dios por la salvación

Nosotros con esa salvación tan grande que tenemos debemos dar gracias a Dios alabándolo.

“Lleguemos ante su presencia con alabanza”.

La alabanza llega hasta la presencia de Dios con acción de gracias.

La adoración reconoce la grandeza de Dios. Reconocemos que él todo lo hizo y todo lo hace por todos nosotros. 

Sólo dar gracias por dónde estamos y por todo lo que él hizo ya es una oración.

Este salmo nos está convocando para adorar. Postrémonos en señal de adoración. Y está hablando físicamente. Si los ángeles lo hacen en el cielo por qué no nosotros acá.

Salmo 96: 9

“Adorad a Jehová en la hermosura de la santidad; temed delante de él, toda la tierra”.

Si él es santo tenemos que alabar con santidad, no podemos ir a Dios de cualquier manera. Tenemos que obedecer a su palabra.

En la alabanza es donde suceden cosas extrañas, grandes y maravillosas. Desde  que recibimos a Cristo en el corazón hicimos un pacto con él.

No tenemos excusa pues el Espíritu Santo nos capacita para adorar a Dios.

Salmos 149: 1 – 7

Cantad a Jehová cántico nuevo; su alabanza sea en la congregación de los santos.  Alégrese Israel en su Hacedor; los hijos de Sion se gocen en su Rey. Alaben su nombre con danza. Con pandero y arpa a él canten. Porque Jehová tiene contentamiento en su pueblo; hermoseará a los humildes con la salvación. Regocíjense los santos por su gloria, y canten aun sobre sus camas. Exalten a Dios con sus gargantas, y espadas de dos filos en sus manos, para ejecutar venganza entre las naciones, y castigo entre los pueblos”;

Cantico nuevo y una disposición nueva que salga del corazón.

Somos santos porque somos apartados para Dios.

A los que dependen de él la hermosura de su santidad les será dada. 

Con espadas de dos filos en la mano, pues estamos citando la palabra de Dios, y eso es su palabra: espada de dos filos.

Santiago 5: 13

“¿Está alguno entre vosotros afligido? Haga oración. ¿Está alguno alegre? Cante alabanzas”.

La oración fortalece, la alegría canta.

II Crónicas 20: 15 – 22

Y dijo: Oid, Judá todo, y vosotros moradores de Jerusalén , y tú, rey Josafat. Jehová os dice así: No temáis ni os amedrentéis delante de esta multitud tan grande; porque no es vuestra la guerra, sino de Dios. Mañana descenderéis contra ellos; he aquí que ellos subirán por la cuesta de Sis, y los hallaréis junto al arroyo, antes del desierto de Jeruel.  No habrá para qué peleéis vosotros en este caso: paraos, estad quedos, y ved la salvación de Jehová con vosotros. Oh Judá y Jerusalén, no temáis ni desmayéis; salid mañana contra ellos, que Jehová estará con vosotros. Entonces Josafat se inclinó rostro a tierra, y asimismo todo Judá y los moradores de Jerusalén se postraron delante de Jehová, y adoraron a Jehová. Y se levantaron los levitas de los hijos de Coat y de los hijos de Coré, para alabar a Jehová el Dios de Israel con fuerte y alta voz. Y cuando se levantaron por la mañana, salieron por el desierto de Tecoa. Y mientras ellos salían, Josafat estando en pie, dijo: Oidme, Judá y moradores de Jerusalén. Creed en Jehová vuestro Dios, y estaréis seguros; creed a sus profetas, y seréis prosperados. Y habido consejo con el pueblo, puso a algunos que cantasen y alabasen a Jehová, vestidos de ornamentos sagrados, mientras salía la gente armada, y que dijesen: Glorificad a Jehová, porque su misericordia es para siempre. Y cuando comenzaron a entonar cantos de alabanza, Jehová puso contra los hijos de Amón, de Moab, y del monte de Seir, las emboscadas de ellos mismos que venían contra Judá, y se mataron los unos a los otros”:

La alabanza es tan importante que es un arma de guerra, con ella caen fortalezas y son rotas cadenas de opresión.

Con ella hay avivamiento en nuestras vidas.

El  versículo 15 nos dice que cuando tenemos tantos problemas debemos pegarnos de Dios. 

En el versículo 17 nos dice que nos paremos en sus promesas. No tengamos miedo a lo que se nos está presentando. 

En el 18 nos dice que nos postremos ante él y lo adoremos. A veces no lo hacemos porque nos da pena y eso no debe ser así.

En el versículo 22 nos muestra como el enemigo se confunde cuando alabamos a Dios.

Hechos 16: 22 – 26

“Y se agolpó el pueblo contra ellos; y los magistrados, rasgándoles las ropas, ordenaron azotarles con varas. Después de haberles azotado mucho, los echaron en la cárcel, mandando al carcelero que los guardase con seguridad. El cual, recibido este mandato, los metió en el calabozo de más adentro, y les aseguró los pies en el cepo.  Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían. Entonces sobrevino de repente un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel se sacudían; y al instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos se soltaron”.

Cuando más mal estaban alabaron a Dios y Dios respondió. Todo se estremece con la alabanza. Todas las puertas se abren cuando se alaba a Dios. Todo tiene que caer cuando se alaba.

3 comentarios:

  1. Creo que es la alabanza y adoración, son la máxima expresión de reconocimiento de la criatura, en contemplación de Dios.

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  2. Creo que es la alabanza y adoración, son la máxima expresión de reconocimiento de la criatura, en contemplación de Dios.

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