lunes, 8 de junio de 2015

El Hades



Dice la palabra que es un lugar de tinieblas. Es un lugar de oscuridad, es un lugar de tormento. El Seol, el infierno.

El infierno queda debajo de la tierra según la Escritura. Muchos dicen que no hay infierno, esa es la gran mentira de Satanás, hacernos creer que no hay infierno, o como muchos dicen que el infierno es éste. No es así. Y por esas falsas creencias las almas cada día se pierden. 

La palabra dice que hay cielo y hay infierno, no hay puntos intermedios, Jesucristo nunca habló de puntos intermedios, habló de un cielo y un infierno. 

¿Por qué crees que Jesucristo murió en la cruz? No es cierto que ricos y malos van a salvarse por medio de “oraciones” y novenas, porque si por eso se salvaran hubiera sido en vano el sacrificio de Cristo en la cruz.
Entonces la gente podría pasarse haciendo lo malo y luego de su muerte rezarían por ellos y los sacarían del purgatorio y lo llevarían al cielo. Eso no es así.

Jesucristo murió en la cruz para que todo aquel que en él crea no se pierda sino que tenga vida eterna.
Dice la palabra que el que no cree ya ha sido condenado. 

Las palabras que Dios nos habla son palabras de vida eterna. Cristo les decía yo soy el pan de vida y no creía, Cristo les decía no entendéis mi lenguaje porque no sois de mis ovejas, porque nos sois mis hijos.

Los hijos oyen la palabra de Dios sea en consolación, sea en exhortación, sea en lo que sea porque Dios lo que quiere es nuestra alma. Dios no quiere nuestro cuerpo terrenal, ese cuerpo se va a quedar aquí.

Dice una parábola que un hombre atesoraba riquezas y que el Señor le dice: necio si en esta noche vienen a pedir tu alma de que te servirán esos tesoros. Tal vez hoy venga el Señor a pedir nuestras almas y estar acá, oyendo la palabra de Dios, es la oportunidad que Dios nos da para volvernos a él. 

Pedro le dijo a Jesús: “Señor a quien iremos si solo tú tienes palabras de vida eterna”. Y eso es lo que hace un corazón humilde decirle: Señor, habla a mi corazón y límpiame, transfórmame;  y que yo nunca me aparte de ti. 

Job: 28: 5

De la tierra nace el pan, y debajo de ella está como convertida en fuego”.

Si el cielo está arriba, ¿dónde está el infierno?

Mateo 12: 40

Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches”.

La palabra de Dios dice que cuando Jesucristo murió descendió a los infiernos, dio testimonio allí, estuvo tres días allí testificando que las profecías eran verdad, porque Dios cumple su palabra.

Dice la palabra que el seol no se sacia, Satanás ya perdió lo que tenía en el cielo y nunca jamás lo recuperará y él quiere que nosotros también perdamos todo lo que Dios nos ha dado, la gran bendición.

A veces atesoramos y nos apegamos a cosas terrenales, todo para nuestro cuerpo, pero nuestra alma que, nos vamos de este lugar y no nos vamos a llevar nada. 

El señor dice que el que siembra para el Espíritu del espíritu segarán y que tendremos nuestra recompensa y que nuestro galardón es grande en los cielos.

Dice el Apocalipsis que había una multitud vestida de blanco y que esas personas habían emblanquecido sus ropas en la sangre del Cordero.

Que seamos reconocidos por Cristo el Señor es lo más importante. 

De que nos sirve ganar todo el mundo si perdemos nuestra alma. Dice Dios en su palabra que temamos al que tienen el poder de echar nuestra alma en el infierno. Su palabra no puede ser revocada.

En vida es que nosotros llevamos salvación y condenación, en vida es que nosotros escogemos, dice  Deuteronomio 30 que: “pongo la maldición y la bendición delante de ustedes”.

Dios lo que quiere es nuestro corazón, nuestra disposición.

Lucas 16: 19 – 31

Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez.  Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquél, lleno de llagas, y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas.  Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado.  Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama. Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado. Además de todo esto, una gran sima está puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los que quisieren pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá.  Entonces le dijo: Te ruego, pues, padre, que le envíes a la casa de mi padre,  porque tengo cinco hermanos, para que les testifique, a fin de que no vengan ellos también a este lugar de tormento.  Y Abraham le dijo: A Moisés y a los profetas tienen; óiganlos.  El entonces dijo: No, padre Abraham; pero si alguno fuere a ellos de entre los muertos, se arrepentirán.  Mas Abraham le dijo: Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos”.

El que no haya nacido de nuevo será lanzado al lago de fuego, dice en Apocalipsis 20 que roguemos para que nuestros nombres no sean borrados del libro de la vida.

La gracia de Dios no es libertinaje, porque la gracia de Dios es la que rompe las cadenas en nuestras vidas y quita la ceguera y rompe esa esclavitud en nosotros y así podemos amar la santidad de Dios.

La gente que dice que va a la iglesia reza y empata, esa gente no ama la santidad de Dios.

Dice la palabra de Dios que nosotros seremos juzgados por nuestras acciones.

A veces herimos a las personas, no pensamos para hablar. Dios dice que por una misma fuente no puede salir agua dulce y agua amarga. 

De la abundancia de nuestro corazón habla nuestra boca. Dios dice que nos ha dado espíritu de dominio propio para refrenarnos, para controlarnos, para que la situación no se enseñoree de nuestras vidas, sino que nosotros estemos por encima de toda situación.

Dice la palabra de Dios que Jesucristo caminó aquí en la tierra, fue tentado en todo pero no pecó. Jesucristo es Dios. Él nos dijo sed perfectos como nuestro Padre celestial es perfecto. La palabra de Dios cada día nos tiene que santificar.

Yo quiero ser reconocido por él, el anhelo de mi corazón es que Dios me use. Queremos ser transformados por el Señor. Así como yo me siento orgulloso del Dios que tenemos quiero que él se sienta orgulloso de mí.
Nadie ha hecho, ni hará lo que Jesucristo ha hecho por nosotros. 

Esto es por la disposición de nuestro corazón.

Por encima de Dios está su palabra, porque él no puede ser mentiroso. Lo que dijo ya lo dijo.

Daniel 6: 8 - 9

Ahora, oh rey, confirma el edicto y fírmalo, para que no pueda ser revocado, conforme a la ley de Media y de Persia, la cual no puede ser abrogada. Firmó, pues, el rey Darío el edicto y la prohibición”.

Tocaron al rey en su ego para que hiciera ese edicto.

Y sigue diciendo en el 10 – 11

Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en su casa, y abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes.  Entonces se juntaron aquellos hombres, y hallaron a Daniel orando y rogando en presencia de su Dios”.

El rey Darío amaba mucho a Daniel y no midió las consecuencias de sus hechos. 

Daniel 66: 14 – 16

Cuando el rey oyó el asunto, le pesó en gran manera, y resolvió librar a Daniel; y hasta la puesta del sol trabajó para librarle. Pero aquellos hombres rodearon al rey y le dijeron: Sepas, oh rey, que es ley de Media y de Persia que ningún edicto u ordenanza que el rey confirme puede ser abrogado. Entonces el rey mandó, y trajeron a Daniel, y le echaron en el foso de los leones. Y el rey dijo a Daniel: El Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves, él te libre”.

Muchas veces nosotros no pensamos en las consecuencias de lo que hacemos, no somos guiados por el Espíritu Santo y esas decisiones que tomamos traen consecuencias a nuestras vidas. 

La cobertura de Dios está de nuestro lado, pero cuando ante los ojos de Dios somos hallados inocentes. 

Daniel 6: 20- 22

Y acercándose al foso llamó a voces a Daniel con voz triste, y le dijo: Daniel, siervo del Dios viviente, el Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves, ¿te ha podido librar de los leones?  Entonces Daniel respondió al rey: Oh rey, vive para siempre. Mi Dios envió su ángel, el cual cerró la boca de los leones, para que no me hiciesen daño, porque ante él fui hallado inocente; y aun delante de ti, oh rey, yo no he hecho nada malo. Entonces se alegró el rey en gran manera a causa de él, y mandó sacar a Daniel del foso; y fue Daniel sacado del foso, y ninguna lesión se halló en él, porque había confiado en su Dios”.

Continuamente, debemos tener la llama encendida siempre. Por eso fue que Dios lo pudo librar.

Hubo confianza en Dios.

Romanos 13: 7 – 14

“Pagad a todos lo que debéis: al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto; al que respeto, respeto; al que honra, honra. No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley. Porque: No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor. Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos. La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz. Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia, sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne”.

Cuantas veces debemos respeto a nuestros padres, a las autoridades y al mismo Dios.

Vestiduras espirituales de nuestra alma.

La palabra de Dios es firme.

Dios no quiere que nuestras almas se pierdan.

El enemigo viene a acusar y Dios es justo, le duele pero si no somos inocentes él es justo. 

Dios es justo fiel y verdadero.

Mira que la palabra de Dios nos dice que su palabra no puede ser revocada. 

Escapa por tu vida porque el momento se acerca.

Cuando  Dios vino a nosotros nos dijo que teníamos que cuidar esa salvación tan grande. El enemigo viene a acusar, el enemigo viene a reclamar. Que cuando el venga a reclamar no halle cabida en nosotros.

Que nosotros podamos estar limpios delante de la presencia de nuestro Dios. 

El Señor me traía un testimonio: En un grupo en Prado el Señor mandó a unas personas a hablarle a un hombre que era un sicario, él se llamaba Adrián, a las personas del grupo les daba miedo hablarle por lo que él hombre era. Sin embargo el escuchó y llegó a los pies del Señor y empezó a caminar con el Señor.

Un día a través de Carlos, el Espíritu Santo, le profetizó que si él volvía al mundo el enemigo no le iba a perdonar. Adrián se apartó de las cosas de Dios, volvió al mundo y lo balearon, buscaba quien lo socorriera y nadie lo socorría. Cuando alguien, por la misericordia de Dios, lo llevó al hospital.

Allí, en el hospital, quedó en estado de coma y él cuenta que el escuchaba todo a su alrededor y oía cuando le decían a la mamá que lo desconectara, pero Adrián no podía comunicarse con el mundo exterior.

En ese estado de coma, Adrián tuvo una experiencia con Dios. Cuando estaba en estado de coma veía cuatro seres arriba y debajo de él que venía a reclamar su alma porque él se estaba yendo, esos “hombres” venían a reclamar lo que les pertenecía, lo que él no había querido, lo que él no había valorado, vino Satanás a reclamarlo. Pero dice que había algo dentro de él que lo impulsaba a pensar en Dios, se acordaba de unas alabanzas que había aprendido en el grupo de oración y el cantaba: “se rasgará el cielo y aparecerá, vestido de ternura, vestido de ternura, Jesucristo el hijo de Dios, Jesucristo el Salvador”.

El que lo impulsaba a cantar era el Espíritu Santo. Contaba Adrián, en el grupo que mientras él alababa esos demonios se iban, pero cuando dejaba de alabar los demonios volvían.

Contaba que también tuvo otra experiencia: que tuvo un sueño donde vio a un hombre que se llamaba Arón. Que ese hombre le dio una pequeña tasa de agua para que lavara sus vestiduras y le mostró una manta que estaba sucia por completo. Y le dijo que tenía que lavar completamente esas vestiduras, pero se encontraba en un desierto y  decía: “yo tengo mucha sed, pero si me tomo el agua con qué voy a lavar las vestiduras. Con ese poquito de agua el empezó a estregar y a estregar hasta que a lo último las vestiduras se volvieron blancas. Entonces el gritaba: “señor Arón, señor Arón, las vestiduras están blancas”. Arón le dijo que volviera a la vida y Adrián despertó del coma en ese momento. 

Cuando despertó muchos de sus sentidos fueron muy desgastados, no podía hablar bien. Se lo llevaron para la casa y llegaron unos pastores, pero a la mamá le daba miedo porque como él tenía tantos enemigos. Los pastores le dijeron a la mamá que Dios les había mostrado que había en esa casa un hombre enfermo y que el Señor lo iba a levantar y lo iba a sanar.

Contó Adrián en el grupo que los pastores reprendieron con toda autoridad en el nombre de Jesucristo y contó Adrián que algo se le movió en el cerebro y dese ahí empezó a ser restaurado, volvió a hablar y se recuperó.

Adrián se fue donde los enemigos a pedirles perdón, ese acto fue muy valiente porque los enemigos eran peligrosos.

Él decía que  “los abrazaba con el circulo de su amor”. Empezó a caminar con el Señor y su familia conoció de Dios. A los días de estar en los caminos de Dios Adrián sufrió de una bronquitis y murió, murió alabando a Dios y el enemigo no se llevó esa alma por la misericordia de Dios.

Dios ha tenido misericordia de nosotros y nosotros no podemos decir “me echo una canita al aire y en el último día me arrepiento”. Dios conoce las intenciones de nuestro corazón y además nadie sabe el día ni la hora. 

Dios conoce nuestros pensamientos y este es el día que él ha hecho para que nos acerquemos a él. Dios quiere que vivamos para él. Mira que Satanás venía en ese momento a reclamar lo que le pertenecía, a reclamar esa alma delante de Dios. 

El Espíritu Santo en él fuertemente ardía. 

Que el anhelo de nuestro corazón sea que nuestra alma no se pierda.  

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