Dice la palabra que es un lugar
de tinieblas. Es un lugar de oscuridad, es un lugar de tormento. El Seol, el infierno.
El infierno queda debajo de la
tierra según la Escritura. Muchos dicen que no hay infierno, esa es la gran
mentira de Satanás, hacernos creer que no hay infierno, o como muchos dicen que
el infierno es éste. No es así. Y por esas falsas creencias las almas cada día
se pierden.
La palabra dice que hay cielo y
hay infierno, no hay puntos intermedios, Jesucristo nunca habló de puntos
intermedios, habló de un cielo y un infierno.
¿Por qué crees que Jesucristo
murió en la cruz? No es cierto que ricos y malos van a salvarse por medio de
“oraciones” y novenas, porque si por eso se salvaran hubiera sido en vano el
sacrificio de Cristo en la cruz.
Entonces la gente podría pasarse
haciendo lo malo y luego de su muerte rezarían por ellos y los sacarían del
purgatorio y lo llevarían al cielo. Eso no es así.
Jesucristo murió en la cruz para
que todo aquel que en él crea no se pierda sino que tenga vida eterna.
Dice la palabra que el que no
cree ya ha sido condenado.
Las palabras que Dios nos habla
son palabras de vida eterna. Cristo les decía yo soy el pan de vida y no creía,
Cristo les decía no entendéis mi lenguaje porque no sois de mis ovejas, porque
nos sois mis hijos.
Los hijos oyen la palabra de Dios
sea en consolación, sea en exhortación, sea en lo que sea porque Dios lo que
quiere es nuestra alma. Dios no quiere nuestro cuerpo terrenal, ese cuerpo se
va a quedar aquí.
Dice una parábola que un hombre
atesoraba riquezas y que el Señor le dice: necio si en esta noche vienen a
pedir tu alma de que te servirán esos tesoros. Tal vez hoy venga el Señor a
pedir nuestras almas y estar acá, oyendo la palabra de Dios, es la oportunidad
que Dios nos da para volvernos a él.
Pedro le dijo a Jesús: “Señor a
quien iremos si solo tú tienes palabras de vida eterna”. Y eso es lo que hace
un corazón humilde decirle: Señor, habla a mi corazón y límpiame,
transfórmame; y que yo nunca me aparte
de ti.
Job: 28: 5
“De la tierra nace el pan, y debajo de ella está como convertida en
fuego”.
Si el cielo está arriba, ¿dónde
está el infierno?
Mateo 12: 40
“Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres
noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y
tres noches”.
La palabra de Dios dice que
cuando Jesucristo murió descendió a los infiernos, dio testimonio allí, estuvo
tres días allí testificando que las profecías eran verdad, porque Dios cumple
su palabra.
Dice la palabra que el seol no se
sacia, Satanás ya perdió lo que tenía en el cielo y nunca jamás lo recuperará y
él quiere que nosotros también perdamos todo lo que Dios nos ha dado, la gran
bendición.
A veces atesoramos y nos apegamos
a cosas terrenales, todo para nuestro cuerpo, pero nuestra alma que, nos vamos
de este lugar y no nos vamos a llevar nada.
El señor dice que el que siembra
para el Espíritu del espíritu segarán y que tendremos nuestra recompensa y que
nuestro galardón es grande en los cielos.
Dice el Apocalipsis que había una
multitud vestida de blanco y que esas personas habían emblanquecido sus ropas
en la sangre del Cordero.
Que seamos reconocidos por Cristo
el Señor es lo más importante.
De que nos sirve ganar todo el
mundo si perdemos nuestra alma. Dice Dios en su palabra que temamos al que tienen
el poder de echar nuestra alma en el infierno. Su palabra no puede ser
revocada.
En vida es que nosotros llevamos
salvación y condenación, en vida es que nosotros escogemos, dice Deuteronomio 30 que: “pongo la maldición y la
bendición delante de ustedes”.
Dios lo que quiere es nuestro corazón,
nuestra disposición.
Lucas 16: 19 – 31
“Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía
cada día banquete con esplendidez. Había
también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquél,
lleno de llagas, y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del
rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas. Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado
por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado. Y en el Hades alzó sus ojos, estando en
tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Entonces él, dando
voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que
moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy
atormentado en esta llama. Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste
tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado
aquí, y tú atormentado. Además de todo esto, una gran sima está puesta entre
nosotros y vosotros, de manera que los que quisieren pasar de aquí a vosotros,
no pueden, ni de allá pasar acá. Entonces le dijo: Te ruego, pues, padre, que
le envíes a la casa de mi padre, porque
tengo cinco hermanos, para que les testifique, a fin de que no vengan ellos también
a este lugar de tormento. Y Abraham le
dijo: A Moisés y a los profetas tienen; óiganlos. El entonces dijo: No, padre Abraham; pero si
alguno fuere a ellos de entre los muertos, se arrepentirán. Mas Abraham le dijo: Si no oyen a Moisés y a
los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos”.
El que no haya nacido de nuevo
será lanzado al lago de fuego, dice en Apocalipsis 20 que roguemos para que
nuestros nombres no sean borrados del libro de la vida.
La gracia de Dios no es
libertinaje, porque la gracia de Dios es la que rompe las cadenas en nuestras
vidas y quita la ceguera y rompe esa esclavitud en nosotros y así podemos amar
la santidad de Dios.
La gente que dice que va a la
iglesia reza y empata, esa gente no ama la santidad de Dios.
Dice la palabra de Dios que
nosotros seremos juzgados por nuestras acciones.
A veces herimos a las personas,
no pensamos para hablar. Dios dice que por una misma fuente no puede salir agua
dulce y agua amarga.
De la abundancia de nuestro
corazón habla nuestra boca. Dios dice que nos ha dado espíritu de dominio
propio para refrenarnos, para controlarnos, para que la situación no se
enseñoree de nuestras vidas, sino que nosotros estemos por encima de toda
situación.
Dice la palabra de Dios que
Jesucristo caminó aquí en la tierra, fue tentado en todo pero no pecó.
Jesucristo es Dios. Él nos dijo sed perfectos como nuestro Padre celestial es
perfecto. La palabra de Dios cada día nos tiene que santificar.
Yo quiero ser reconocido por él,
el anhelo de mi corazón es que Dios me use. Queremos ser transformados por el
Señor. Así como yo me siento orgulloso del Dios que tenemos quiero que él se
sienta orgulloso de mí.
Nadie ha hecho, ni hará lo que
Jesucristo ha hecho por nosotros.
Esto es por la disposición de
nuestro corazón.
Por encima de Dios está su
palabra, porque él no puede ser mentiroso. Lo que dijo ya lo dijo.
Daniel 6: 8 - 9
“Ahora, oh rey, confirma el edicto y fírmalo, para que no pueda ser
revocado, conforme a la ley de Media y de Persia, la cual no puede ser abrogada.
Firmó, pues, el rey Darío el edicto y la prohibición”.
Tocaron al rey en su ego para que
hiciera ese edicto.
Y sigue diciendo en el 10 – 11
“Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en su casa,
y abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba
tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo solía
hacer antes. Entonces se juntaron
aquellos hombres, y hallaron a Daniel orando y rogando en presencia de su Dios”.
El rey Darío amaba mucho a Daniel
y no midió las consecuencias de sus hechos.
Daniel 66: 14 – 16
“Cuando el rey oyó el asunto, le pesó en gran manera, y resolvió librar
a Daniel; y hasta la puesta del sol trabajó para librarle. Pero aquellos
hombres rodearon al rey y le dijeron: Sepas, oh rey, que es ley de Media y de
Persia que ningún edicto u ordenanza que el rey confirme puede ser abrogado.
Entonces el rey mandó, y trajeron a Daniel, y le echaron en el foso de los
leones. Y el rey dijo a Daniel: El Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves,
él te libre”.
Muchas veces nosotros no pensamos
en las consecuencias de lo que hacemos, no somos guiados por el Espíritu Santo
y esas decisiones que tomamos traen consecuencias a nuestras vidas.
La cobertura de Dios está de
nuestro lado, pero cuando ante los ojos de Dios somos hallados inocentes.
Daniel 6: 20- 22
“Y acercándose al foso llamó a voces a Daniel con voz triste, y le dijo:
Daniel, siervo del Dios viviente, el Dios tuyo, a quien tú continuamente
sirves, ¿te ha podido librar de los leones? Entonces Daniel respondió al rey: Oh rey, vive
para siempre. Mi Dios envió su ángel, el cual cerró la boca de los leones, para
que no me hiciesen daño, porque ante él fui hallado inocente; y aun delante de
ti, oh rey, yo no he hecho nada malo. Entonces
se alegró el rey en gran manera a causa de él, y mandó sacar a Daniel del foso;
y fue Daniel sacado del foso, y ninguna lesión se halló en él, porque había
confiado en su Dios”.
Continuamente, debemos tener la
llama encendida siempre. Por eso fue que Dios lo pudo librar.
Hubo confianza en Dios.
Romanos 13: 7 – 14
“Pagad a todos lo que debéis: al que tributo, tributo; al que impuesto,
impuesto; al que respeto, respeto; al que honra, honra. No debáis a nadie nada,
sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley.
Porque: No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no
codiciarás, y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: Amarás a
tu prójimo como a ti mismo. El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento
de la ley es el amor. Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de
levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra
salvación que cuando creímos. La noche está avanzada, y se acerca el día.
Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz.
Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en
lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia, sino vestíos del Señor
Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne”.
Cuantas veces debemos respeto a
nuestros padres, a las autoridades y al mismo Dios.
Vestiduras espirituales de nuestra
alma.
La palabra de Dios es firme.
Dios no quiere que nuestras almas
se pierdan.
El enemigo viene a acusar y Dios
es justo, le duele pero si no somos inocentes él es justo.
Dios es justo fiel y verdadero.
Mira que la palabra de Dios nos
dice que su palabra no puede ser revocada.
Escapa por tu vida porque el
momento se acerca.
Cuando Dios vino a nosotros nos dijo que teníamos
que cuidar esa salvación tan grande. El enemigo viene a acusar, el enemigo
viene a reclamar. Que cuando el venga a reclamar no halle cabida en nosotros.
Que nosotros podamos estar
limpios delante de la presencia de nuestro Dios.
El Señor me traía un testimonio:
En un grupo en Prado el Señor mandó a unas personas a hablarle a un hombre que
era un sicario, él se llamaba Adrián, a las personas del grupo les daba miedo
hablarle por lo que él hombre era. Sin embargo el escuchó y llegó a los pies
del Señor y empezó a caminar con el Señor.
Un día a través de Carlos, el Espíritu
Santo, le profetizó que si él volvía al mundo el enemigo no le iba a perdonar.
Adrián se apartó de las cosas de Dios, volvió al mundo y lo balearon, buscaba
quien lo socorriera y nadie lo socorría. Cuando alguien, por la misericordia de
Dios, lo llevó al hospital.
Allí, en el hospital, quedó en
estado de coma y él cuenta que el escuchaba todo a su alrededor y oía cuando le
decían a la mamá que lo desconectara, pero Adrián no podía comunicarse con el
mundo exterior.
En ese estado de coma, Adrián
tuvo una experiencia con Dios. Cuando estaba en estado de coma veía cuatro
seres arriba y debajo de él que venía a reclamar su alma porque él se estaba yendo,
esos “hombres” venían a reclamar lo que les pertenecía, lo que él no había
querido, lo que él no había valorado, vino Satanás a reclamarlo. Pero dice que
había algo dentro de él que lo impulsaba a pensar en Dios, se acordaba de unas
alabanzas que había aprendido en el grupo de oración y el cantaba: “se rasgará el
cielo y aparecerá, vestido de ternura, vestido de ternura, Jesucristo el hijo
de Dios, Jesucristo el Salvador”.
El que lo impulsaba a cantar era
el Espíritu Santo. Contaba Adrián, en el grupo que mientras él alababa esos
demonios se iban, pero cuando dejaba de alabar los demonios volvían.
Contaba que también tuvo otra
experiencia: que tuvo un sueño donde vio a un hombre que se llamaba Arón. Que
ese hombre le dio una pequeña tasa de agua para que lavara sus vestiduras y le mostró
una manta que estaba sucia por completo. Y le dijo que tenía que lavar
completamente esas vestiduras, pero se encontraba en un desierto y decía: “yo tengo mucha sed, pero si me tomo el
agua con qué voy a lavar las vestiduras. Con ese poquito de agua el empezó a
estregar y a estregar hasta que a lo último las vestiduras se volvieron
blancas. Entonces el gritaba: “señor Arón, señor Arón, las vestiduras están
blancas”. Arón le dijo que volviera a la vida y Adrián despertó del coma en ese
momento.
Cuando despertó muchos de sus
sentidos fueron muy desgastados, no podía hablar bien. Se lo llevaron para la
casa y llegaron unos pastores, pero a la mamá le daba miedo porque como él
tenía tantos enemigos. Los pastores le dijeron a la mamá que Dios les había
mostrado que había en esa casa un hombre enfermo y que el Señor lo iba a
levantar y lo iba a sanar.
Contó Adrián en el grupo que los
pastores reprendieron con toda autoridad en el nombre de Jesucristo y contó Adrián
que algo se le movió en el cerebro y dese ahí empezó a ser restaurado, volvió a
hablar y se recuperó.
Adrián se fue donde los enemigos
a pedirles perdón, ese acto fue muy valiente porque los enemigos eran
peligrosos.
Él decía que “los abrazaba con el circulo de su amor”.
Empezó a caminar con el Señor y su familia conoció de Dios. A los días de estar
en los caminos de Dios Adrián sufrió de una bronquitis y murió, murió alabando
a Dios y el enemigo no se llevó esa alma por la misericordia de Dios.
Dios ha tenido misericordia de
nosotros y nosotros no podemos decir “me echo una canita al aire y en el último
día me arrepiento”. Dios conoce las intenciones de nuestro corazón y además nadie
sabe el día ni la hora.
Dios conoce nuestros pensamientos
y este es el día que él ha hecho para que nos acerquemos a él. Dios quiere que
vivamos para él. Mira que Satanás venía en ese momento a reclamar lo que le
pertenecía, a reclamar esa alma delante de Dios.
El Espíritu Santo en él
fuertemente ardía.
Que el anhelo de nuestro corazón
sea que nuestra alma no se pierda.
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