sábado, 6 de junio de 2015

Nunca os conocí



Mateo 7: 13 - 14

Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan”.

Dios nos está diciendo que nos esforcemos a entrar por la puerta estrecha. Jesucristo  viene pronto, está a las puertas.

Tenemos que estar preparados para la venida de Cristo.

Mateo 21 – 23

No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad”.

Hay que hacer la voluntad del padre que está en los cielos: amar a Dios sobre todas las cosas.

Es tener a Dios en el primer lugar. 

No es por los dones, ni por los milagros que nos vamos a salvar, es por hacer la voluntad de Dios.

Miremos nuestras vidas, si en realidad estamos haciendo la voluntad de nuestro Padre.

Es un camino de entrega y es necesario congregarnos para que la palabra de Dios nos limpie y nos transforme. 

Dios nos conocerá por los frutos. 

Estamos muy relajados por eso Dios nos dijo: Iglesia, duermes. Despierta es hora de despertar. 

No podemos dejar ese primer amor de cuando recibimos a Cristo en el corazón.

Por eso es que Dios dice los postreros serán primeros, porque viene con ese gozo a recibir la palabra, pero los que llevamos más tiempo hemos dejado apagar ese fuego. 

Lucas 14: 15 – 24

Oyendo esto uno de los que estaban sentados con él a la mesa, le dijo: Bienaventurado el que coma pan en el reino de Dios. Entonces Jesús le dijo: Un hombre hizo una gran cena, y convidó a muchos. Y a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los convidados: Venid, que ya todo está preparado.  Y todos a una comenzaron a excusarse. El primero dijo: He comprado una hacienda, y necesito ir a verla; te ruego que me excuses. Otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlos; te ruego que me excuses. Y otro dijo: Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir.  Vuelto el siervo, hizo saber estas cosas a su señor. Entonces enojado el padre de familia, dijo a su siervo: Ve pronto por las plazas y las calles de la ciudad, y trae acá a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos.  Y dijo el siervo: Señor, se ha hecho como mandaste, y aún hay lugar. Dijo el señor al siervo: Ve por los caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa. Porque os digo que ninguno de aquellos hombres que fueron convidados, gustará mi cena”.

Siempre tenemos excusas para las cosas de Dios.

Dios siempre nos invita a su gran cena, para escuchar su palabra, para congregarnos y siempre tenemos excusas, para las cosas de Dios.

La salvación es algo que hay que cuidar, no descuidemos una salvación tan grande. 

Dios dice que él escudriña los corazones, démosle un corazón dispuesto a Dios.

Dios no quiere la muerte del hombre sino que se arrepienta de sus malos caminos y se vuelva a él. 

Mateo 25: 1 – 13

Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo.  Cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas.  Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite; mas las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas. Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron.  Y a la medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle! Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas.  Y las insensatas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan. Mas las prudentes respondieron diciendo: Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas. Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta. Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos! Mas él, respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco. Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir”.

No podemos venir a prender la lámpara aquí, la lámpara hay que mantenerla prendida.

Que este corazón esté ardiendo. Dios dice que sus ojos son como llamas de fuego y el fuego busca fuego.

Acá se predica que la salvación hay que corre cada uno por ella, acá no se predica que vamos a ser prosperados. Acá la palabra se predica como está, acá venimos a ganar almas para el reino de los cielos, a limpiarnos y a transformarnos cada día.

Es una gran bendición en el lugar que Dios nos ha permitido estar. La palabra es pura acá no se le está predicando a usted otra cosa que no sea la salvación. 

Cuántas personas creen que se van a salvar porque se congregan, porque van a la iglesia, cuantos pastores dicen que te vas a salvar porque tienes riquezas, no, no nos vamos a salvar por eso.

La salvación es tuya y es mía, es cada uno correr la carrera.

No despreciemos el maná, no despreciemos la bendición, no va a haber excusa en aquel día.

Dios dice en su palabra que habrá dos en el campo: el uno será tomado y el otro será dejado. 

Dios no quiere la mediocridad, Dios quiere un hombre renovado. Dios quiere que renuncie al yo, que renuncie al ego.

Apocalipsis 3: 5

Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente!  Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.  Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.  Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas.  Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete”.

Cuantas veces decimos que no tenemos necesidad de leer la palabra, que no tenemos necesidad de buscar la llenura del Espíritu Santo. 

Por eso Dios dice que debemos ser probados como el oro. 

Por muy dura que sea la palabra abramos nuestro corazón.

No menos preciemos los vasos porque acá se habla lo que el Espíritu Santo pone a hablar a cada uno. Toda palabra, no importa del vaso que salga, recibámosla con humildad.  Recibamos las cosas con el corazón. 

Miqueas 6: 11

“¿Daré por inocente al que tiene balanza falsa y bolsa de pesas engañosas?”

¿Dios dará por inocente al culpable?

Seremos pesados por nuestras obras. 

Juan 3: 1 – 8

“Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos.  Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él.  Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.  Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.  Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.  No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu”.

El agua es cuando Cristo llega a nuestro corazón nos lava con el agua y el Espíritu Santo hace la obra en nosotros, es el que nos va cambiando y nos va transformando.

El que no es nacido del agua y del Espíritu no puede entrar al reino de Dios. 

Cuando no teníamos a Cristo en nuestro corazón íbamos donde queríamos, pero al recibir a Cristo otro es el que nos guía. 

Ezequiel 18: 30

Por tanto, yo os juzgaré a cada uno según sus caminos, oh casa de Israel, dice Jehová el Señor. Convertíos, y apartaos de todas vuestras transgresiones, y no os será la iniquidad causa de ruina.  Echad de vosotros todas vuestras transgresiones con que habéis pecado, y haceos un corazón nuevo y un espíritu nuevo. ¿Por qué moriréis, casa de Israel?  Porque no quiero la muerte del que muere, dice Jehová el Señor; convertíos, pues, y viviréis”.

Dios nos juzgará por nuestras iniquidades. 

No quiere Dios la muerte del impío, sino que se convierta.

El que cree, de su interior correrán ríos de agua vivo.

No rasguemos nuestras vestiduras, rasguemos nuestros corazones. Humillemos nuestros corazones delante de Dios. 

Hebreos 2: 1 – 3

Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos.  Porque si la palabra dicha por medio de los ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución,  ¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron,”

No descuidemos esa salvación. Péguese como cuando se tiene esa necesidad de tomar agua. No nos dejemos robar la bendición.  Seamos diligentes, que no salgamos de aquí y sigamos siendo los mismos.
No perdamos el tiempo que donde estemos, así sea en el baño, estemos alabando y glorificando al Señor. Que todo pensamiento vaya cautivo a la obediencia a Jesucristo.

I Crónicas 28: 7 – 10

“Asimismo yo confirmaré su reino para siempre, si él se esforzare a poner por obra mis mandamientos y mis decretos, como en este día. Ahora, pues, ante los ojos de todo Israel, congregación de Jehová, y en oídos de nuestro Dios, guardad e inquirid todos los preceptos de Jehová vuestro Dios, para que poseáis la buena tierra, y la dejéis en herencia a vuestros hijos después de vosotros perpetuamente.  Y tú, Salomón, hijo mío, reconoce al Dios de tu padre, y sírvele con corazón perfecto y con ánimo voluntario; porque Jehová escudriña los corazones de todos, y entiende todo intento de los pensamientos. Si tú le buscares, lo hallarás; mas si lo dejares, él te desechará para siempre.  Mira, pues, ahora, que Jehová te ha elegido para que edifiques casa para el santuario; esfuérzate, y hazla”.

Es de corazón voluntario hay que pagar el precio.

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