lunes, 2 de junio de 2014

Lava tu corazón



Cuando Dios ungió a David, el corazón de David fue cambiado. El corazón de cada uno de nosotros tiene que ser cambiado, necesitamos ser renovados para que Dios nos remonte como las águilas como dice la alabanza.

Zacarías 3: 1 – 7

Me mostró al sumo sacerdote Josué, el cual estaba delante del ángel de Jehová, y Satanás estaba a su mano derecha para acusarle. Y dijo Jehová a Satanás: Jehová te reprenda, oh Satanás; Jehová que ha escogido a Jerusalén te reprenda. ¿No es éste un tizón arrebatado del incendio?  Y Josué estaba vestido de vestiduras viles, y estaba delante del ángel.  Y habló el ángel, y mandó a los que estaban delante de él, diciendo: Quitadle esas vestiduras viles. Y a él le dijo: Mira que he quitado de ti tu pecado, y te he hecho vestir de ropas de gala.  Después dijo: Pongan mitra limpia sobre su cabeza. Y pusieron una mitra limpia sobre su cabeza, y le vistieron las ropas. Y el ángel de Jehová estaba en pie.  Y el ángel de Jehová amonestó a Josué, diciendo: Así dice Jehová de los ejércitos: Si anduvieres por mis caminos, y si guardares mi ordenanza, también tú gobernarás mi casa, también guardarás mis atrios, y entre éstos que aquí están te daré lugar.

El enemigo siempre está ahí para acusarnos. Cuando nosotros venimos a Dios con un corazón contrito y humillado, el que reprende al enemigo es Dios. Es Dios quien va delante de nosotros haciendo camino, es Dios quien ejerce todo poder y toda autoridad, cuando decidimos creerle a él de corazón.

Dios ha sido demasiado bueno con nosotros y él es digno de recibir la mejor alabanza y la mejor adoración porque él siempre ha estado con nosotros y siempre nos ha sustentado, nos ha levantado cuando hemos querido decaer.

Muchas veces no fluye la alabanza porque estamos mirando que hace nuestro hermano o estamos pensando en nuestras cargas.

Dios es tan bueno con nosotros que nos habla, él envía su palabra que corre por nuestro ser y nos confronta y cada día nos perdona y nos limpia porque nos ama y no quiere que nosotros cometamos errores.

Cuantas veces tomamos las decisiones por nuestra cuenta y vienen las consecuencias y aun así Dios tiene misericordia de nosotros y nos levanta 

En versículo 2

Dios nos escogió, y si estás hoy aquí  es porque Dios quiso y te trajo, estás hoy aquí porque Dios te escogió.  Lo mejor que le vamos a dejar a nuestros hijos es el testimonio de Jesucristo.

Josué era un sacerdote y sus vestiduras eran viles. Cuando nosotros estábamos en el fango Jesucristo nos recogió, el Señor nos tomó y nos rescató y nos dio un lugar con él. Nosotros siendo “reyes y sacerdotes” como dice apocalipsis, nuestras vestiduras está sucias, pues las manchamos con el pecado.

En el versículo 4 nos viste de gala. Las vestiduras de Josué fueron cambiadas por unas vestiduras de santidad, de pureza.

Cuando Dios nos cambia las vestiduras es porque nos quiere llevar a un nivel más alto, quiere usarnos y quiere que le sirvamos. ¿Nos estamos preparando para que Dios nos pueda usar?

Hay mucha gente que quiere oír una palabra limpia, una palabra que no sea plata, plata, prosperidad y dinero, una palabra que exhorte, que limpie, que confronte y nosotros que estamos acá recibiendo en este lugar pequeño, muchas veces no valoramos lo que Dios nos ha dado, esas bendiciones tan lindas que nos proporciona acá.

“Si guardas mis ordenanzas” es decir si cuidas tus vestiduras, la palabra de Dios dice en Eclesiastés que en todo tiempo estén tus vestidos blancos. 

David anhelaba estar en la presencia de Dios. ¿Nosotros también anhelamos lo mismo? Nos afligimos porque un amigo nos traicionó, porque la esposa no nos apoyó, porque una madre se disgustó, pero ¿nos afligimos cuando no sentimos la presencia del Señor? ¿Cuándo no dejamos fluir el Espíritu Santo, será que nos entristecemos de igual manera? Si la presencia de Dios es lo más importante en nuestras vidas, la aflicción debería ser más grande cuando Dios no está cerca de nosotros.

Muchas veces tenemos que hacer muchas cosas que no queremos por agradar al Señor. Dice la palabra que tenemos que apartarnos de los malos caminos. Juan Bautista decía que había que hacer frutos dignos de arrepentimiento. Cristo decía que por el fruto se conoce el árbol.

Muchas veces hablamos muchas cosas, pero no estamos haciendo lo que Dios nos dice, no estamos ejerciendo su palabra pues Dios quiere que seamos testimonio en todo tiempo y lugar.

Marcos 9: 2 – 7

Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan, y los llevó aparte solos a un monte alto; y se transfiguró delante de ellos. Y sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, como la nieve, tanto que ningún lavador en la tierra los puede hacer tan blancos. Y les apareció Elías con Moisés, que hablaban con Jesús. Entonces Pedro dijo a Jesús: Maestro, bueno es para nosotros que estemos aquí; y hagamos tres enramadas, una para ti, otra para Moisés, y otra para Elías. Porque no sabía lo que hablaba, pues estaban espantados. Entonces vino una nube que les hizo sombra, y desde la nube una voz que decía: Este es mi Hijo amado; a él oíd.

Cuando un hijo obedece alegra el corazón del Padre. Las vestiduras de Jesús resplandecían porque él obedecía en todo tiempo y en todo momento.

La luz de Cristo brillará en nuestros días cuando decidamos andar en obediencia. No podemos ser cristianos de título, tenemos que dar testimonio como siervos, como hijos. No podemos ser hijos de título porque Dios mira más allá.

Los fariseos estaban llenos de letras y de títulos, pero su corazón estaba alejado de Dios. Muchas veces nosotros nos creemos buenos y nos justificamos y creemos que porque sabemos toda la palabra estamos sobrados y perdemos la capacidad de asombrarnos. A veces pensamos que ya es suficiente, que el que necesita es el que no conoce de Dios, o mi hermano que cayó y que necesita ser levantado por Dios. No es así nosotros necesitamos de Dios cada día. Dios quiere que podamos dar frutos dignos de arrepentimiento. En Juan 15 dice que si nosotros permanecemos en él entonces podemos llevar nuestro fruto.

El que está en la obra de Dios él le demanda cada día más porque quiere usarlo poderosamente.

Todos tenemos deseos y anhelos, pero ¿Cuántos desean con que Dios los use? Son muy pocos los que anhelan eso, sin embargo es un privilegio muy grande predicar su palabra.

Ningún lavador puede hacerlos tan blancos, nadie puede blanquear en la tierra los pecado y menos encubrir. Dios en su misericordia dice: “yo sé que tú eres débil, yo sé que tienes debilidades, pero entrégamelas a mí que yo quiero limpiarte”, pero muchas veces nosotros no permitimos que él nos limpie.

La palabra de Dios dice: “el que confiesa sus pecados y se aparta alcanza misericordia”. Si no permitimos que Dios nos limpie es porque no hay temor de Dios en nosotros. 

Al que venciere le darán vestiduras blancas. Es al que termine la carrera. 

¿Cuántas veces nos hemos alejado del Señor y el mismo nos vuelve a traer? El Señor trae respuestas a su pueblo. Hemos visto la bendición del Señor en tantos testimonios que hemos escuchado.

Apocalipsis 7: 9 – 14

Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos;  y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero. Y todos los ángeles estaban en pie alrededor del trono, y de los ancianos y de los cuatro seres vivientes; y se postraron sobre sus rostros delante del trono, y adoraron a Dios,  diciendo: Amén. La bendición y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y la honra y el poder y la fortaleza, sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén.  Entonces uno de los ancianos habló, diciéndome: Estos que están vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son, y de dónde han venido?  Yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero.

Damos palmas al Señor porque él nos lo da todo, nos ha restaurado y nos sustenta. Hay que cantar con el corazón. Jesucristo no murió por los ángeles sino por ti y por mí. 

Jesús es bendición, nosotros podemos salir de la tribulación por Cristo el Señor, Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza.

Nosotros tenemos libertad de congregarnos y de predicar la palabra, pero a cuántos siervos se les ha prohibido esto en diferentes lugares y tiempos. ¿Será que si nos amenazaran seguiríamos diciendo yo creo en Jesucristo?

Jeremías 4: 14

Lava tu corazón de maldad, oh Jerusalén, para que seas salva. ¿Hasta cuándo permitirás en medio de ti los pensamientos de iniquidad?

Dios nos liberó de muchas cosas, pero qué de las zorrillas, de la ira, de la soberbia, la vanidad, del chisme, de la envidia. 

Debemos dar el fruto, la paz, el gozo, la misericordia y si no lo tenemos pidámoslo a Dios.

No dijo, los hechos o las acciones de iniquidad, dijo los pensamientos de iniquidad. Dios dice que de la abundancia del corazón habla la boca. El domingo se viene a la palabra y se abre, pero luego no la miramos.
Hasta cuando no permitirás que Dios no te moldee y haga cosas grandes en tu vida. 

Dios quiere usarnos, quiere bendecirnos, es un privilegio predicar la palabra. Jesucristo siempre predicó la palabra y estuvo en esta tierra como siervo, pero está como rey allá. Obtuvo su galardón, su recompensa, fue humillado hasta lo sumo, y Dios le dio a Jesucristo nombre sobre todo nombre y ante el nombre de nuestro Señor Jesucristo se dobla toda rodilla que está en los cielos y en la tierra.

Si el impío se vuelve de sus caminos Dios tendrá misericordia. 

Apocalipsis 22: 10 – 14

Y me dijo: No selles las palabras de la profecía de este libro, porque el tiempo está cerca.  El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo todavía; y el que es justo, practique la justicia todavía; y el que es santo, santifíquese todavía. He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último. Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad. Mas los perros estarán fuera, y los hechiceros, los fornicarios, los homicidas, los idólatras, y todo aquel que ama y hace mentira.  Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana.

Limpia mi corazón o Dios. Limpia mis vestiduras oh Padre. Transforma mi corazón Señor.

4 comentarios:

  1. Una gran y esencial revelación para quien tiene fé y practica la vida cristiana: Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último. Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad.

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    1. Marta, gracias por tu comentario. Trabajamos para Cristo el Señor a él sea todo la gloria y la honra.

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  2. Podra el negro cambiarde color y le leopardo su color

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  3. Podra el negro cambiarde color y le leopardo su color

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